BERLÍN.- La dimisión de la selección de fútbol alemana del jugador de origen turco y campeón mundial en 2014 Mesut Özil, entre acusaciones de racismo, ha abierto varios debates en Alemania, que rebasan la esfera puramente deportiva.
El revuelo inicial causado por la publicación de una foto del jugador con el cuestionado Presidente turco Recep Tayyip Erdogan, tomada en mayo en Londres, dio paso en las últimas horas a un cruce de acusaciones en el que ha llegado a intervenir incluso la primera plana política del país.
La discusión está abierta y muchos ven el caso de Özil como un símbolo preocupante para varias autoridades. "Es una señal alarmante cuando un gran futbolista alemán como Mesut Özil ya no se siente querido en su país por el racismo", escribió la ministra de Justicia alemana, Katarina Barley, tras desatarse la polémica.
La apertura alemana
"Yo soy alemán cuando ganamos pero soy un inmigrante cuando perdemos", aseguró un indignado Özil en redes sociales al anunciar su renuncia.
En los comienzos de su carrera, Özil fue, junto con otros jugadores hijos de inmigrantes, un símbolo de integración. Eran los años en que Alemania vivía una ola de apertura hacia los hijos de inmigrantes.
Durante los siete años de la coalición rojiverde presidida por Gerhard Schröder (coalición de Gobierno entre socialdemócratas y el partido ecopacifista Los Verdes, entre 1998 y 2005), Alemania había dejado atrás el viejo ius sanguinis, según el cual, en principio, sólo los hijos de los alemanes son alemanes, y se abrió a la idea de que todos los nacidos y crecidos en la nación germana son alemanes.
También, pese a la fuerte oposición de la derecha conservadora, se relajó la prohibición de la doble nacionalidad para los hijos de extranjeros nacidos en el país. Se trataba de una
apertura a la llamada sociedad multicultural, demonizada por parte de la derecha y vista como una utopía por buena parte de la izquierda.
La transformación también repercutió en el fútbol. En el equipo que ganó la Eurocopa Sub 21 en 2009, había, además de apellidos típicamente alemanes, nombres de hijos de inmigrantes como Jerome Boateng, Sami Khedira o el propio Mesut Özil. Este último, en específico, era el símbolo de la integración de la minoría turca, la comunidad extranjera más grande en Alemania. Es parte de la tercera generación de una familia proveniente de Turquía, pero nació y creció en territorio germano. Una fotografía en la que aparece dándole la mano a la Canciller Angela Merkel en un camarín, se volvió icono de esta nueva integración.
Pero pese a esta apertura, Özil es considerado uno de los muchos germanos a los que los medios y la sociedad designan con frecuencia en una categoría diferente, en la de "alemán de origen migratorio". "¿No soy alemán? ¿No me ajusto a los criterios para ser un pleno alemán?", se preguntó el centrocampista este domingo. "Yo he nacido y he sido educado en Alemania, entonces ¿por qué la gente no acepta que soy alemán?", añadió.
El surgimiento de la ultraderecha
Desde el comienzo de la carrera internacional de Özil, muchas cosas han cambiado en Alemania, en Turquía e incluso en las relaciones germano-turcas. El surgimiento de Alternativa para Alemania (AfD), una agrupación de ultraderecha, es uno de los factores que ha hecho que el ambiente cambie.
"(Özil) Es un ejemplo típico de la integración fallida de demasiados inmigrantes de la esfera cultural turco-musulmana"
Alice Weidel, parlamentaria AfD
El partido de tendencias ultranacionalistas y xenófobas rechaza por completo la integración de inmigrantes. Un sentimiento que se replicó por diversas partes de Alemania, especialmente desde 2015, cuando la crisis migratoria que afectó a los países europeos alcanzó su cúspide. Gracias a ello, el
AfD logró aumentar su popularidad y meterse por primera vez en el Bundestang (Parlamento federal), adquiriendo 94 escaños.
"La gente lo considera un buen futbolista, pero no quiere tener a (Jérôme) Boateng como su vecino", afirmó en 2016 el ahora copresidente de AfD Alexander Gauland sobre el defensa de padre ghanés y madre alemana. ¿Y sobre Özil?:"Es un ejemplo típico de la integración fallida de demasiados inmigrantes de la esfera cultural turco-musulmana", dijo esta semana la presidenta de la fracción parlamentaria de AfD, Alice Weidel.
La enemistad con Turquía
El Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido en una figura de identificación justamente para muchos turcos que viven en Alemania y que no se sienten aceptados. Sin embargo, al mismo tiempo hay quienes consideran que representa el deterioro de la democracia y la libertad de expresión, entre ellos los alemanes.
Las relaciones entre Turquía y Alemania están muy tensas desde el fallido intento de golpe de Estado de julio de 2016 en Ankara. Mientras Berlín acusa a Erdogan de autoritarismo, éste no duda en comparar la Alemania actual con la del nazismo. De hecho, los germanos se han opuesto al ingreso de Turquía a la Unión Europea.
En esa constelación, no resulta sorprendente que la foto de Özil, y del también internacional alemán de origen turco Ilkay Gündogan, con Erdogan haya generado un revuelo de proporciones.
"El ataque racista contra un joven que ha sudado la camiseta para llevar al éxito a la selección alemana es simplemente inaceptable", afirmó hoy Erdogan, citado por la televisión estatal TRT, y dio su apoyo al futbolista.
El Ejecutivo alemán, en tanto, optó por desestimar la discusión. El ministro de Exteriores, Heiko Maas, dijo que no cree que "el caso de un multimillonario que vive y trabaja en Inglaterra diga mucho sobre la integración de extranjeros en Alemania". En tanto, la vocera de Merkel, Ulrike Demmer, dijo que la gobernante "valora mucho a Mesut Özil" y aseguró que "Alemania es un país abierto, en el que los inmigrantes son muy bien recibidos".