SANTIAGO.- "Ustedes serán valorados y tendrán los derechos respetados. Tengo ese llamado en mi corazón y deseo contribuir en la promoción del ser humano". Fue el mensaje entregado por la Primera Dama de Brasil, Michelle Bolsonaro (38), durante la asunción de su marido, Jair Bolsonaro, al puesto de Presidente este martes. Pero en lugar de emitir palabras, la mujer habló en lenguaje de señas.
Fue una intervención que duró poco más de tres minutos y que significó un quiebre en el protocolo, al no estar contemplada en el guión oficial. Tuvo lugar pocos minutos antes del pronunciamiento del nuevo Mandatario de Brasil y el mensaje fue consecuente a lo que ha querido transmitir estos meses: que actuará en favor de las personas con discapacidad.
Impulsada por su madrastra e inspirada en la situación que vive uno de sus tíos, que padece sordera, la mujer aprendió el lenguaje de señas y se hizo reconocida por usarlo durante la campaña presidencial de su marido, traduciendo algunos de sus discursos. También actúa de intérprete en algunas ceremonias religiosas.
Y es que Michelle Bolsonaro es una ferviente evangélica que participa de la Iglesia Bautista Actitud, donde forma parte del Ministerio de Sordos y Mudos. Ya a los 23 años había integrado una misión humanitaria en Bahía, ayudando a comunidades necesitadas.
Su cercanía a la religiosidad es tal, que cuando se casó por la Iglesia con Jair prohibió la música en vivo y la presentación de una escuela de samba, según reseñó el diario Folha do Sao Paulo. Es, dicen todos sus cercanos, una mujer reservada.
"Nunca le gusta aparecer o poner la cara hacia afuera, ni mostrarse", afirmó hace un par de meses el pastor Silas Malafaia, líder del templo Asamblea de Dios Victoria en Cristo, quien la conoce desde 2008 y celebró su matrimonio. "A ella le gusta trabajar entre bastidores".
Tampoco va a fiestas ni usa ropa llamativa. La nueva Primera Dama de Brasil había estado, hasta ahora, en la segunda línea, pero con la asunción de su marido a la Presidencia del país tendrá que tomar un rol protagónico en el Palacio de Planalto.
Un matrimonio que nació en el Congreso
Fue en 2007 cuando Michelle conoció a Jair. En ese momento, trabajaba como secretaria legislativa de un diputado en el Congreso brasileño, donde Bolsonaro cumplía su quinta legislatura. Tras conocerse, le ofreció un puesto de trabajo en su gabinete personal.
A pesar de sus 25 años de diferencia, ambos congeniaron bien y se casaron por el civil seis meses después de conocerse. "No tardamos en estar seguros de que queríamos compartir una vida juntos", ha dicho ella.
En 2008, luego de dos años en los que Bolsonaro le triplicó el sueldo en el Congreso, la justicia brasileña decidió apartarla de su cargo argumentando nepotismo en la administración pública.
Antes había trabajado como vendedora de ropa, después en un supermercado en Brasilia y en una empresa de animación de fiestas infantiles. Sobre sus estudios existe poca información: obtuvo su educación escolar a través de un sistema para adultos y aunque se matriculó en la universidad como estudiante de Farmacia, no existe registro de que haya tomado clases.
Tras dejar el Congreso, la pareja siguió unida y se casó por la Iglesia en 2013, frente a 150 invitados. Juntos tienen una hija de 8 años, Laura Bolsonaro. Michelle, que prefiere que la llamen por su nombre completo, Michelle de Paula, tiene también una hija de 16 años de una relación anterior.
Sus cercanos aseguran que es una madre de pulso firme con sus hijas. "Madrezona", es la expresión que ha usado el propio Jair para describirla, según sus amigos. Con los otros cuatro hijos de su esposo, de quien es la tercera mujer, mantiene una relación amistosa.
Video: El discurso en lenguaje de señas de Michelle Bolsonaro