Desde hace meses que la opción de llevar adelante un juicio político en contra del Presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, había generado profundas divisiones internas en el Partido Demócrata. La idea, que tomó fuerza cuando la formación logró el control de la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas de 2018, enfrentaba al ala progresista de los "azules", que se basaba en la "trama rusa", con aquellos más conservadores que percibían que el proceso fracasaría y terminaría perjudicando al partido.
Pero esta diferencia parece haber llegado a su fin con los nuevos acontecimientos. El martes, Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara baja y una de las demócratas más reticentes a emprender la medida, anunció que iniciarán un juicio político en contra del Mandatario por la denominada "trama ucraniana", escándalo que se desató ante la alerta de un funcionario de inteligencia estadounidense sobre una conversación telefónica entre Trump y su par ucraniano, Vladimir Zelenski.
Antes de que se publicara la transcripción de la plática, diversos medios de comunicación estadounidenses aseguraban que en ella el Presidente norteamericano solicitó a su homólogo que investigara por supuesta corrupción a
Hunter Biden, hijo del ex vicepresidente y principal precandidato demócrata a los comicios de 2020,
Joe Biden. Pero además, revelaron que Trump habría ordenado retrasar los pagos de casi US$400 millones a Ucrania antes de hablar con Zelenski, como una medida de presión.
"Las acciones llevadas a cabo por el Presidente suponen una violación grave de la Constitución", dijo Pelosi en una comparecencia en el Capitolio. "El Presidente debe rendir cuentas" por "traición a la seguridad nacional y traición a la integridad de nuestras elecciones", añadió. "Nadie está por encima de la ley".
Simpleza, el detonante que faltaba
El anuncio de Pelosi dejó una serie de preguntas entre quienes vieron con sorpresa el repentino apoyo transversal al proceso de "impeachment" entre los demócratas. ¿Por qué ahora? ¿Qué hizo cambiar de opinión a quienes se oponían? o, básicamente, ¿qué tiene la "trama ucraniana" que no tenía la "trama rusa"?, son las que más se repiten.
Según The New York Times, lo que hizo girar a los demócratas más reticentes y alinearse con los progresistas es un hecho en particular: las acusaciones surgidas por el nuevo escándalo son lo suficientemente simples y graves para ser captadas por un público que, durante los últimos meses, ha sido bombardeado por denuncias complicadas de entender jurídicamente, especialmente vinculadas a la injerencia rusa en las elecciones de 2016.
"Ha cambiado el terreno (...) Hace que la descarada conducta y la simplicidad de la mala conducta sean fáciles de entender para todos"
Peter Welch, legislador demócrata por Vermont
La idea de que Trump haya utilizado
ayuda militar como método de presión para que un gobierno extranjero investigue a su principal contendiente electoral, además de
mantener en secreto la denuncia del funcionario de inteligencia, son acusaciones claramente irregulares y fácilmente condenables por la sociedad.
Todo lo contrario a los complicados argumentos que, durante los últimos meses, centraron el debate demócrata sobre el proceso de destitución. Éstos estaban basados en las conclusiones del informe del fiscal especial para la "trama rusa", Robert Mueller, que aunque constató la injerencia de Moscú a favor de Trump en las elecciones, solo logró consignar una "posible" obstrucción a la justicia del Mandatario y determinó que no existían pruebas para vincular al Presidente con las maniobras rusas.
Esta falta de certezas y claridad generaba divisiones internas en el partido y provocaba que varios demócratas, incluida Pelosi,
se negaran a aceptar las duras consecuencias políticas que podría significarles acusar a un Presidente – y desatar la tormenta institucional- sin un apoyo público más amplio y de nivel nacional.
"Ha cambiado el terreno", dijo el representante Peter Welch, demócrata de Vermont y miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara, sobre las nuevas acusaciones contra el presidente, según recogió el Times. "Hace que la descarada conducta y la simplicidad de la mala conducta sean fáciles de entender para todos", aseveró poco antes del anuncio de la investigación.
Pelosi cree lo mismo y se lo habría dicho a sus colegas en una reunión a puerta cerrada en el Capitolio. "En este momento, tenemos que atacar mientras el hierro está caliente", habría afirmado, según consigna el Times. Aunque la líder considera que la "trama ucraniana" es una más de las acusaciones que califica para abrir un juicio político, "esta es lo más comprensible para el público". "No pedimos a los gobiernos extranjeros que nos ayuden en nuestras elecciones", apuntó Pelosi, esta vez en público, durante un foro patrocinado por The Atlantic.
Cruzó el límite
Pero además, la decisión de este martes fue la desembocadura natural de la oleada a favor del "impeachment" al interior del partido, que se vio reforzada a partir de fines de la semana pasada. Luego de que se revelara el escándalo el viernes, legisladores de todos los sectores de la bancada demócrata se mostraron indignados y se alinearon en torno a la medida.
El clímax habría llegado con la declaración de John Lewis, representante de Georgia y quien es considerado como la voz de la razón dentro de la colectividad. "He sido paciente mientras probábamos cualquier otro camino y utilizábamos cualquier otra herramienta (…) Nunca encontraremos la verdad a menos que usemos el poder otorgado a la Cámara de Representantes, y solo a la Cámara, para comenzar una investigación oficial según lo dicta la Constitución", enfatizó quien, hasta entonces, se había mostrado reacio al proceso de destitución. "El futuro de nuestra democracia está en juego", añadió, según recoge el mismo periódico estadounidense.
Para él y para muchos otros demócratas moderados, Trump cruzó la raya. Varios, principalmente los que provienen del mundo militar y del mundo de la inteligencia, condenaron que
pusiera en juego la seguridad nacional presionando a un aliado para obtener ayuda contra un rival político. De hecho, ese argumento también ha hecho dudar a algunos legisladores
republicanos que han mantenido silencio tras las denuncias y decidido esperar el resultado de las investigaciones.
La decisión de comenzar una indagatoria formal de destitución no necesariamente implica que los representantes terminarán aprobando acusar a Trump y mucho menos que el Senado, encargado de decidir sobre el juicio, opte por sacarlo del poder.
En ese sentido, la incertidumbre se ha vuelto la reina del lugar, pues aunque lo estimable es que la mayoría republicana del Senado termine haciendo fracasar la medida, hay quienes creen que Pelosi y la cúpula de poder demócrata no iniciarían un procedimiento de estas características a menos que estuvieran preparadas para alcanzar la victoria.