Tsang Chi-kin, de 18 años, era hasta hace unos meses el tipo de estudiante secundario que se interesaba más por el deporte que por su desempeño escolar. Según sus compañeros, era uno más y nunca fue un símbolo de algo. Todo ello cambió esta semana, cuando fue baleado por efectivos policiales en medio de una nueva jornada de enfrentamientos en Hong Kong.
El adolescente fue uno de los miles de manifestantes que el martes se desplegaron en diversas partes del territorio semiautónomo y lucharon contra la policía durante horas. Pero aquel día, por primera vez desde que comenzaron las protestas hace cuatro meses, los agentes utilizaron armas de fuego para reprimir a quienes protestaban.
Tsang fue la primera víctima y se convirtió en el ícono del masivo movimiento que ha puesto en jaque al régimen de China.
Tras el hecho, cientos de personas volvieron a volcarse a las calles, esta vez para entregarle su apoyo al estudiante herido, que se encuentra internado en un centro hospitalario. Mientras, la policía lo acusa de disturbios y de atacar a sus funcionarios.
De estudiante a manifestante
Siete amigos de Tsang lo describen como un joven encantador y divertido, con el cabello largo, que a veces se hace un moño. Según relataron a The New York Times en condición de anonimato, él era uno de los cuatro vicepresidentes estudiantiles de la escuela y disfrutaba del básquetbol. Un adolescente común.
Nunca se mostró interesado en la política hasta junio pasado, cuando ocurrieron las primeras manifestaciones masivas en contra del proyecto de ley de extradición, que buscaba permitir que imputados hongkoneses fueran juzgados en el continente.
Entonces,
Tsang se comprometió con las protestas y comenzó a participar regularmente de ellas. También se integró a debates políticos en internet y a abogar entre sus pares por una mayor democracia en Hong Kong.
Tanto así que incluso adquirió un rol central en un colectivo que congregaba a una docena de jóvenes de diversas escuelas secundarias para asistir juntos a las manifestaciones.
Joseph Cheng, profesor retirado de ciencias políticas en la Universidad de la Ciudad de Hong Kong, señaló al Times que el tiroteo podría convertir a Tsang en un poderoso símbolo para los activistas, tanto para aquellos prodemocracia como los prochina.
De hecho, solo 24 horas después del incidente, las redes sociales se inundaban de comentarios de ambos lados: algunos lo consideraban un héroe y otros un matón. "No sé si fueron verdaderos matones o estudiantes, pero a todos les han lavado el cerebro", dijo Junius Ho, un legislador pro-Beijing en la ex colonia.
El tiroteo
Según constata el Times, un video que captó el enfrentamiento da cuenta de que un grupo de manifestantes, que le arrojaba ladrillos a los policías, comienza a perseguir a los efectivos, hasta que algunos de los agentes se separan.
En las imágenes, un protestante que pareciera ser Tsang – llevaba máscara, lentes para el agua y una tabla de natación – lidera a un grupo de jóvenes vestidos de negro que logra capturar a uno de los policías antidisturbios. Inmediatamente lo arrojan al suelo, lo patean y lo golpean con lo que parecen ser tubos de metal.
En ese momento, otro efectivo se percata de la escena y se acerca con una pistola desenfundada para detener a los atacantes y rescatar a su compañero. El manifestante, presuntamente Tsang, se gira hacia él y golpea el arma con el tubo. Como respuesta, el policía le dispara a quemarropa. El joven cae y queda en el suelo, sin ser tratado, por varios minutos.
Tsang recibió un disparo en el pecho. La bala de punta hueca, que por poco afecta a su corazón y su columna vertebral, atravesó uno de sus pulmones. Este miércoles fue trasladado a cuidados intensivos y desde entonces se mantiene estable, según el último parte médico.
"Es una persona muy afortunada", advirtió al Times el doctor Darren Mann, cirujano de Hong Kong y experto en lesiones a bala.
Stephen Lo, comisionado de policía de Hong Kong, aseguró que el oficial que le disparó actuó de forma "legal y razonable", y que incluso le dio una advertencia verbal al joven antes de abrir fuego. El agente había sido atacado y no tuvo más opción que disparar, argumentó.
Este jueves, Tsang y otras siete personas fueron acusados de provocar disturbios, por lo que arriesgan una pena de hasta 10 años de cárcel. En tanto, el ataque a dos policías podría implicarles seis meses más de prisión.
Paralelamente, alrededor de mil estudiantes marcharon a la Universidad China para mostrar su apoyo a Tsang y juraron continuar luchando por más libertades democráticas. Muchos denunciaron que el hecho de que el policía le haya disparado en el pecho, cerca del corazón, indica que la intención era matarlo.
La jefa del Ejecutivo, Carrie Lam, presidirá una reunión especial del gobierno el viernes, para discutir la prohibición de las máscaras y otras medidas represivas, en base a una ley de urgencia que data de la época colonial.