El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su esposa, Begoña Gómez.
AFP
El gobierno español confirmó durante la noche este sábado que la esposa del presidente Pedro Sánchez, Begoña Gómez, ha dado positivo en el test del coronavirus (Covid-19).
Dos ministras del gabinete de Sánchez, la de Igualdad Irene Montero, y la de Asuntos Regionales Carolina Darias, ya habían dado positivo para el coronavirus, en tanto el resto de los ministros dieron negativo.
El gobierno de España anunció el sábado la imposición de restricciones severas de movilidad para el país de 46 millones de habitantes y el cierre de restaurantes y otros establecimientos como parte de un estado de emergencia de 15 días para combatir el marcado aumento de las infecciones por el coronavirus.
España ha seguido el ejemplo de Italia al aplicar restricciones similares después que los dos países europeos no pudieron contener el virus en los focos regionales.
Sánchez explicó el conjunto de medidas de excepción en un discurso televisado después de una reunión del consejo de ministros que se prolongó más de siete horas. Esto se debió, según trascendidos, a las discrepancias en el gobierno de coalición entre los socialistas de Sánchez y el partido antiausteridad
Unidos Podemos.
"A partir de ahora entramos en una nueva fase", dijo Sánchez. No nos va a temblar la mano a ganar al virus, en poner en primer lugar la salud".
Al finalizar el discurso, se escucharon aplausos desde balcones en Madrid y Barcelona y se encendieron fuegos artificiales en respuesta a un pedido de apoyo a los médicos y enfermeras transmitido a través de las redes sociales.
Sánchez dijo que todas las fuerzas policiales, incluso las que responden a las autoridades locales, quedarán bajo las órdenes del ministerio del Interior y que las fuerzas armadas están en alerta.
"En cualquier momento, cuando sea necesario, dispondremos de la actuación de las fuerzas armadas", dijo Sánchez. "El ejército ya está preparado para ello".
Según el mandato del gobierno,
las personas sólo podrán salir de sus casas para comprar alimentos y medicamentos, ir al trabajo, ir a centros médicos y bancos, o hacer viajes para atender a menores de edad y adultos mayores.
Esas limitantes entraron en vigor inmediatamente.
También cerraron todos los restaurantes, bares, hoteles, centros educativos y otras tiendas no esenciales en todo el país, una medida de antemano impuesta en algunas de las comunidades más afectadas.
El estado de emergencia permite al gobierno tomar el control de los hospitales privados para reforzar el gran servicio de salud pública, que está al borde de verse abrumado en la capital y otras regiones. En Madrid las autoridades locales habían elaborado un plan para convertir a hoteles en salas de emergencia para enfermos menos graves y liberar camas en los centros de cuidados intensivos.
Las autoridades de salud dijeron el sábado que el número de infectados llegó a 5.753, la mitad de ellos en Madrid, desde que se detectó el primer caso en el país a fines de enero. En las últimas 24 horas la cifra aumentó en más de 1.500.
Sánchez reconoció el viernes que el número de contagios podría alcanzar los 10.000 en los próximos días.
"Ésta es una batalla que vamos a ganar", dijo Sánchez. "Lo importante es que el precio que paguemos por esa victoria sea el mínimo. Cuantas más vidas nos ahorremos, cuantos más enfermos y más días de la enfermedad nos evitemos".