En las últimas semanas, miles de soldados de ambos países se han encarado a apenas unos cientos de metros de distancia en el valle de Galwan en Ladakh. China ha objetado que India construya un camino a través del valle, conectando la región con una pista de aterrizaje, posiblemente con la idea de establecer control sobre el territorio cuya frontera en algunos lugares no está claramente definida.
Aunque la riña entre las tropas ha sido capturada en video, el vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, dijo esta semana que la situación fronteriza estaba "en general estable y controlada".
Zhao agregó que ambas partes se estaban comunicando a través de sus unidades militares de avanzada y a través de sus respectivas embajadas, para "resolver los temas relevantes a través de diálogos y consultas".
India y China estuvieron en 2017 en una situación similar durante 73 días en Doklam, en el otro extremo de su frontera disputada, cuando tropas indias fueron movilizadas para contrarrestar lo que parecían movimientos desde el lado chino para expandir su presencia a lo largo de la frontera con Bhután. La situación fue luego apaciguada a través de canales diplomáticos.
Ambas partes establecieron relaciones diplomáticas en 1950, pero una guerra fronteriza en 1962 hizo retroceder esos esfuerzos por décadas.
En suma, China reclama unos 90.000 km2 del territorio al noreste de India, incluyendo el estado indio de Arunachal Pradesh, que tiene una población tradicionalmente budista. India, por su parte, dice que China ocupa 38.000 km2 de su territorio en la zona occidental de los Himalayas, en la llanura de Aksai Chin, incluyendo parte de la región de Ladakh.
Las relaciones también se han tensionado desde que India acogió en el exilio al líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, que escapó de su tierra en 1959 durante un frustrado levantamiento en contra del gobierno chino. El Dalai Lama estableció un gobierno autodeclarado desde el exilio en el pueblo indio de Dharmsala, donde miles de tibetanos se han asentado.
En 1993, ambos países firmaron un acuerdo de "Mantenimiento de Paz y Tranquilidad", junto a lo que se conoce como la línea actual de control en la frontera.
Pero no se encuentran ni cerca de poder solucionar su disputa, pese a más de 20 rondas de conversaciones, junto a múltiples reuniones entre el Primer Ministro indio Narendra Modi y el Presidente de China, Xi Jinping.
El apoyo de China a Pakistán en la disputa territorial por Cachemira, también es una gran fuente de preocupación para India. China construyó un camino a través de la zona de Cachemira bajo control paquistaní y está bloqueando el ingreso de India al Grupo de Abastecedores Nucleares, al insistir que simultáneamente ingrese Pakistán. El rechazo de India a participar en la firma de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Xi, tampoco cayó bien en China, mientras Beijing ha tomado con poca atención las aspiraciones de Nueva Delhi de unirse como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Pese a los esporádicos choques en la frontera, los lazos económicos entre ambos países se han fortalecido en la última década, con China registrando un gran superávit comercial.
Más de 100 compañías chinas, muchas de ellas bajo control estatal, han establecido oficinas y operaciones en India, de acuerdo al Ministerio de Asuntos Exteriores de India. Compañías chinas, entre las que se incluyen Xiaomi, Huawei, Vivo y Oppo, ocupan cerca del 60% del mercado de telefonía móvil en India, mientras que las principales exportaciones desde ese país a China son algodón, cobre y piedras preciosas.
El volumen comercial creció a más de US$ 95.000 millones en 2018 y pasó los US$ 53.000 millones en la primera mitad de 2019, con casi $43.000 millones de ese monto siendo exportaciones chinas a India. El desbalance ha contribuido a un impulso de India por capitalizar el aumento de costos en China, sus relaciones deterioradas con Estados Unidos y algunos países europeos, para transformarse en el hogar de reemplazo para grandes multinacionales.