SANTIAGO.- “Fueron diez segundos en que pensé: ‘Qué loco morir aquí, justo el día de mi cumpleaños, donde soñé venir toda mi vida’. Todo sucedió muy rápido. Fue un pensamiento sin afectos, de racionalidad pura. Me sentí infinitamente pequeño, incapaz de hacer nada. La muerte era inminente”, así describió el montañista chileno Rodrigo Lara los segundos más largos de su vida, cuando vio una enorme avalancha de nieve cayendo frente a él en el Everest.
En entrevista con revista Domingo, Lara y el también montañista Ernesto Olivares relataron los impactantes momentos que vivieron ese 25 de abril de 2015, cuando una avalancha producida por terremoto 7.8 que afectó a Nepal –llevándose la vida de 7 mil personas-, caía sobre el Campamento Base del Everest, donde ambos, junto al camarógrafo de la expedición chilena, Fernando Bórquez, acampaban antes de comenzar el desafío de subir hasta la cumbre. Más de 20 personas murieron en el Everest.
“Apenas alcanzamos a reaccionar. Estaba todo blanco”, recordó Lara, quien, junto a Bórquez, se guiaron por la experiencia de Olivares, quien reaccionó a tiempo y ordenó cavar en la nieve, tras una roca y dejar apenas un espacio para respirar.
“Nos tiramos al suelo y entonces empezó a pasar esta cosa inmensa por arriba de nosotros (…) Veíamos pedazos de hielo, piedras, de todo. No era para estar parado, tampoco para quedarse en la carpa. De hecho, cuando estábamos en labores de rescate (unos minutos más tarde) vimos que un montañista, un ejecutivo de Google, había muerto porque se quedó adentro de la carpa. El viento lo agarró como un globo, lo tiró 20 metros más allá y lo reventó contra una roca”, explicó Lara.
“Solo cuando el viento comenzó a disiparse vimos que teníamos 10 o 15 centímetros de nieve en la ropa. Entonces nos miramos, nos abrazamos y nos pusimos a llorar. Era el llanto de sentir que aquí había ocurrido una hecatombe, y que nos habíamos salvado”.