Los diputados Francisco Undurraga y Diego Paulsen.
Aton
"Así es la democracia" dijo el diputado Iván Flores (DC), saliente presidente de la Cámara, al constatar que el candidato de su mismo partido a ser su sucesor, Gabriel Silber, perdió ante el postulante de Chile Vamos, Diego Paulsen (RN).
La resignación de Flores fue compartida por otros que se agarraban la cabeza con las manos al escuchar el conteo de votos, cuando en la vereda de enfrente levantaban los brazos y hasta saltaban de alegría. Todo esto porque la testera quedó bajo el poder del oficialismo y con ello se desmoronó el acuerdo de la oposición por la administración de la Corporación, que considera además los liderazgos de las comisiones.
La falange no logró convencer a la centroizquierda con el candidato propuesto, y pese a tener mayoría en la Cámara, desde ahora la mesa estará compuesta por dos oficialistas, ya que Paulsen estará acompañado en la primera vicepresidencia por Francisco Undurraga (Evópoli), puesto que disputó con Karol Cariola (PC). El único que sí logró los votos y será el representante de la oposición en la testera, fue el PPD Rodrigo González.
Según el recuento de votos de la segunda vuelta -que fue necesaria ya que en la primera ocasión ninguno de los candidatos sacó la mayoría absoluta- el diputado Silber perdió al tener 56 votos frente a los 58 de Paulsen.
En el caso de Cariola le faltaron también dos votos, con 59 frente a los 61 que tuvo el postulante de Chile Vamos y finalmente ganador.
En tanto González, del PPD, fue el único que logró que la oposición se cuadrara y tal como se esperaba le ganó a Jorge Alessandri (UDI) con 69 votos versus 56.
Esta situación ya sonaba previamente en la Cámara debido a que Silber no generaba el total respaldo principalmente del Frente Amplio y algunas mujeres de centroizquierda. Esto considerando su respaldo a proyectos impulsados por el Gobierno y por el episodio de una denuncia de violencia intrafamiliar- que finalmente fue desestimada por la justicia- el año pasado.
Mientras que la diputada comunista generaba anticuerpos en los sectores más conservadores de la centroizquierda, quienes ya habían planteado privadamente sus dudas a respaldarla.