En 2018, en su primer vuelo de prueba, el cohete más grande de SpaceX, Falcon Heavy, perdió su propulsor central porque tras un error de cálculo erró su aterrizaje en la plataforma en el océano Atlántico, Of Course I Still Love You, y explotó de inmediato. Esta semana, la firma de Elon Musk informó que nuevamente el propulsor principal no logró ser rescatado, a pesar de tener un aterrizaje exitoso.
El jueves de la semana pasada el Falcon Heavy finalmente completó su primer viaje comercial, un hecho que fue aplaudido por los asistentes, sobre todo porque tras lanzar un satélite de telecomunicaciones de 6 toneladas, la firma logró con éxito el regreso a tierra de todos sus cohetes, una maniobra que SpaceX viene perfeccionando desde hace años y que es la base de su modelo económico para reducir los costos de los viajes espaciales.
Sin embargo, el cohete principal, que llegó sin problemas a la base Of Course I Still Love You no pudo ser regresado a tierra firme a causa de las condiciones climáticas en Florida.
"Durante el fin de semana, debido a las fuertes condiciones del mar, el equipo de recuperación de SpaceX no fue capaz de asegurar el centro del propulsor para su viaje de regreso al Puerto Cañaveral", situación que empeoró con el movimiento de la marea que finalmente dejó imposibilitado a la maquinaria "a mantenerse en pie".
"Aunque esperábamos traer de regreso el cohete sin problemas, la seguridad de nuestro equipo siempre estará primero", declaró la empresa a The Verge, agregando que no "creemos que esto impacte en nuestras misiones futuras".
Respecto a los otros dos propulsores que sí fueron recuperados -y que aterrizaron directamente en plataformas en tierra-, la firma destacó que podrían ser utilizados en el próximo lanzamiento de un Falcon Heavy.