Tras cuatro meses y tres semanas encerrado, Thiago Cunha (31) tenía una sola preocupación: ir a ver a Pedro, su hijo de un año cuatro meses a Brasil. Antes que los eventos, antes de exponerse a los gritos de las fans en la calle, y antes de cualquier entrevista extensa para hablar de “Mundos opuestos”, el eterno bailarín de axé viajó de inmediato a su país a ver al pequeño.
“La verdad es que el encierro me dejó más sensible y pensaba mucho más en mi hijo. Cuando salí, estaba feliz porque podría verlo, pero tenía mucho miedo, porque lo dejé cuando tenía nueve meses, y no sabía qué iba a pasar. Cuando llegué, lo miré y me miró muy serio. Yo también me puse serio. No corrí hacia él, quería que tuviera ganas él primero, hay que hacer el juego. Saqué unos regalos y los dejé en el piso. Empecé a jugar solo y él se acercó. Le regalé lo que tenía en mi mano. Me miró, empezó a reír y me abrazó. En cinco minutos ya estaba listo; se acordaba de mi cara y me tiraba las orejas”, recuerda hoy quien fuera bautizado por sus compañeros de encierro como “chuchuca”.
De vuelta en Chile, no ha parado, y está contento. Entre los proyectos que le han ofrecido y los siempre bienvenidos shows discotequeros post reality, el brasileño dice estar concentrado en juntar plata y trabajar para su hijo. “Yo ya hice todo lo que tenía que hacer, de locuras, de viajar y gastar plata y hacer cualquier cosa. Sí disfruto la vida, pero el foco es él. Trabajo para juntar plata para que tenga un futuro mejor y estudie bien”, comenta.
Pero eso de disfrutar la vida lo dice en serio. Bastó ver cómo se llevó más que bien con los hombres del programa, incluyendo a los más conflictivos como “Chispa” (Juan Lacassie) o Francisco Huaiquipán. A Thiago jamás se le vio pelear con alguno. Ni siquiera cuando fue el mismísimo Fabrizio Vasconcellos -ex colega de “Porto seguro” y a quien Thiago le habría jugado chueco estando con su novia del momento, Viví Rodrigues-, hubo un roce, más allá de una conversación tranquila pero con sentimiento. Ante eso cuenta: “Evito las peleas, y cuando veo gente peleando las cuestiono: ‘¿para qué pelear? Un beso es mejor’”.
Y para qué hablar de su relación con las mujeres. Decir que se llevaba bien con sus compañeras es poco, cuando Camila Nash y Paz Gómez cayeron más que rendidas ante sus encantos cariocas. Pero la elegida sería Yamna Lobos, con quien parece ir viento en popa ahora que el brasileño se fue a vivir con ella y hasta hubo una presentación oficial a los padres de la bailarina.
“A Yamna ya la miraba de antes, de meses atrás. La veía en la tele y la encontraba súper guapa. Aparte que tiene mucho que ver conmigo y encima, se parece mucho a mí. Entonces tenía todo para ir bien. La gente dice que ha sido todo muy rápido”.
-Claro, si ya se fueron a vivir juntos.
“No es que estemos viviendo juntos, es por un tiempo. Yo estoy buscando departamento. No sé cuánto va a durar la búsqueda. Está todo tan caro y no hay, fíjate (ríe)”.
-Así que para ti no ha sido rápido...
“No. Para el punto de vista de quien ve, sí, pero para mí ha sido preciso, perfecto. Hay gente que tarda tanto tiempo para hacer algo; dicen que se quieren casar y pasan los años y terminan. Otros, a los seis meses se casan y están toda la vida juntos. Cada caso es único, y uno es el que sabe lo que es mejor para uno”.
-¿No debería extrañarnos que anuncies matrimonio pronto?
“No, ya es demasiado. De hecho ya me casé una vez y fue complicado. El matrimonio no es algo fácil. Cada persona tiene que tener su espacio y mucho respeto por el otro. Hay que ir conociéndose de a poco”.
-Por mientras, ya conociste a tus suegros.
“Sí, fui a comer con ellos el domingo antepasado. Me pareció una familia muy entretenida, se parece a la mía. El padrastro es como mi papá, y la mamá -aunque es distinta- es divertida como la mía. Ya conozco también al hermano, a la novia del hermano... A toda la familia”.
-¿Crees que es imprescindible que el yerno se lleve bien con la familia de una mujer? A algunos hombres y mujeres no les importa mucho eso.
“¡Pero obvio! Si conocer la familia es como ver las raíces de la persona. No puedo proyectarme con alguien ni estar seriamente con alguien sin conocer a la familia, imposible. Tengo que ver de dónde viene”.
-¿Cómo te ganas a los suegros?
“No sé, yo soy muy natural, así que no pienso en hacer algo para gustarles. Es como cuando me preguntan cómo conquisto a una mujer -que me da vergüenza que me lo pregunten-. Qué sé yo, converso. Trato como me tratan. Si me tratan mal, no pesco. Y si me tratan bien, soy el doble de buena onda”.
-¿Y te ha funcionado así? ¿Nunca has tenido problemas con ninguno?
“Una vez, a la mamá de una ex mía yo no le gustaba. Prefería un hombre con mucha plata para su hija. Pero yo no pescaba. Si mi novia me quería a mí, me daba lo mismo”.
-¿Tu mamá es celosa?
“Sí, pero muy amigable. Trata bien a mis novias porque quiere conocerlas, saber cómo son, de dónde vienen, cómo son sus familias”.
-¿Y qué tan importante para ti es que tu polola se lleve bien con tu mamá?
“¡Es importante! Al principio, si se llevan mal por algo grave, es complicado, pero si a mi mamá no le gusta por algo chico, no pesco. Me puede decir: ‘Ay, no me gusta porque es rubia’. Es que a ella no le gustan las rubias, porque es morena... Le voy a dar una tintura a Yamna (ríe)”.
-Planeas una larga estadía en Chile. ¿Qué extrañarás de Brasil?
“Mi familia es muy afiatada. De hecho, allá, yo sigo viviendo con mis papás. Ya están viejitos y siento que así los cuido. Mi papá tiene 60, pero está con problemas de salud. Una vez salí de carrete y me llamó a las tres de la mañana, pero yo no me di cuenta. Ya cuando eran las siete vi la llamada, y llamé de vuelta. Pero él estaba volviendo de hospital. Me sentí pésimo. Nunca más. Y ahora con un hijo, me preocupo más. Pero a Pedro me lo quiero traer”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Soy adicto al gimnasio. Voy todos los días desde los 18 años. Pero el baile me gusta más que nada. Desde siempre he bailado, desde pequeño”.