"El Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad no existe" es el categórico título que el neurólogo Richard Saul eligió para su último libro recién lanzado en febrero pasado y en el que -sin miedo a generar polémica- afirma que no es una condición en sí, sino más bien un conjunto de síntomas causados por más de 20 condiciones distintas, que deben ser tratadas por separado.
"Tratar el Déficit Atencional con Hiperactividad como una condición en lugar de un conjunto de síntomas, está haciendo un terrible y peligroso mal a los niños y adultos que son diagnosticado con él", señala el especialista, quien destaca que en los últimos años
cada vez a más personas se les dicen que padecen el síndrome.
Asimismo, advierte que la prescripción de los
estimulantes que se usan para tratarlo, entre ellos el Ritalín, también ha aumentado, a pesar de que en realidad no son una ayuda para los pacientes. "En su lugar causan una gran variedad de efectos secundarios, algunos de ellos peligrosos. Incluso pueden hacer que los síntomas empeoren", sostiene.
Y aunque Saul no niega la existencia de los síntomas que por lo general se asocian al Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad (también se dice que existe uno
hipoactivo), postula que meterlos todos en un mismo saco y tratarlos con estimulantes, "es como tratar los síntomas de un ataque cardíaco con analgésicos". "Es peligroso, negligente y erróneo", enfatiza.
Entonces, ¿cuál es su propuesta? Según señala el neurólogo, en sus más de 50 años de experiencia en el tema se ha dado cuenta de que síntomas como la incapacidad de poner atención a los detalles, interrumpir, la dificultad para permanecer sentados o tener conductas impulsivas, entre otros, en realidad tienen un sinnúmero de causas subyacentes que han sido ignoradas. De esta manera, si los especialistas son capaces de identificarlas y tratarlas de forma apropiada, podrán ayudar de forma efectiva a sus pacientes.
El médico ilustra su postura con casos específicos, el primero el de un niño de 13 años, con los clásicos signos de déficit atencional y que había sido tratado con medicamentos durante un año, pero sin éxito.
"Ordené una serie de exámenes de sangre. Éstos demostraron una deficiencia de hierro: después del colegio, mientras su madre estaba trabajando, él consumía comida chatarra en exceso, que era alta en azúcar y baja en hierro", relata.
Y -añade - la falta de hierro o anemia causa fatiga física, dificultad para poner atención y concentrarse, y problemas de memoria. "En cuanto su consumo de hierro mejoró, con pastillas y más pescado, frutas, vegetales y frutos secos, su desempeño y comportamiento también mejoraron enormemente", asegura.
Otro caso es el de una niña de siete años que llegó a su consulta porque tenía una conducta disruptiva en la sala de clases, siempre estaba intranquila y alzaba la voz para hablar. Fue diagnosticada con Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad, pero el medicamento que le recetaron le provocaba problemas para dormir.
"Le hice un examen a sus ojos que arrojó que era corta de vista: su comportamiento disruptivo en clases surgía del aburrimiento provocado por el hecho de que no podía ver la pizarra correctamente", explica. Así, una vez que comenzó a usar anteojos, su "condición" desapareció milagrosamente.
Saul sostiene que la falta de sueño es otra de las más de 20 causas de los síntomas que se asocian al síndrome y que dice ha identificado. "Los adultos necesitan un mínimo de siete horas por noche, y los niños en edad escolar entre 10 y 11. Si no las consiguen, pueden sufrir una variedad de problemas: mala atención, mala memoria e hiperactividad durante el día", asegura.
Lo mismo ocurre con los problemas en el oído. "Los niños con pérdida de audición, incluso mínima, son susceptibles de ser catalogados como personas con problemas conductuales cuando, en realidad, están distraídos porque no pueden escuchar apropiadamente en las clases ruidosas", explica el neurólogo.
"¿Qué podemos hacer para corregir esta epidemia de diagnósticos erróneos y la preocupante tendencia de sobre recetar estimulantes que dejan las verdaderas causas sin tratamiento?" se pregunta el especialista. Lo primero -dice- es aprender a no sobre reaccionar. "Los niños maduran a diferente velocidades: sólo porque uno de seis años no ha aprendido a sentarse por horas en la sala de clases, no significa que él o ella tiene Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad", apunta.
En segundo lugar, Saul sugiere meditar respecto a lo que realmente está produciendo estos síntomas y descartar los diagnósticos que durante décadas han hecho médicos, compañías farmacéuticas, medios y hasta los mismos pacientes.
"Las desilusiones, riesgos en la salud e incluso muertes que estos falsos diagnósticos han provocado en todo el mundo, deben detenerse. Sólo entonces las personas podrán ser tratadas eficazmente por las condiciones reales que padecen, en lugar de por el peligroso mito del Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad", concluye.