SANTIAGO.- Un insólito caso de "embarazo sobre embarazo" ocurrió en California, donde Jessica Allen (31) quedó esperando un hijo mientras ya se encontraba en medio de la gestación de otro niño, que fue concebido mediante una fertilización in vitro y cuyos padres eran pareja china.
Según relató la mujer en The New York Post, todo comenzó cuando aceptó convertirse en madre sustituta para una pareja china por 30 mil dólares, lo que se conoce como gestación subrogada comercial y es legal sólo en algunos estados de EE.UU.
Tras la sexta semana de embarazo, Jessica descubrió que esperaba gemelos, pero los médicos nunca sospecharon que los niños eran hijos de distintos padres y habían sido concebidos en distintos tiempos.
Este extraño fenómeno es lo que se conoce como superfetación. Lo normal en el organismo de una mujer embarazada es liberar hormonas que detienen la ovulación durante todo el período de gestación. Sin embargo, el cuerpo de Jessica continuó ovulando, liberando un óvulo que logró fertilizarse.
La joven estadounidense dio a luz a los niños por cesárea, y fueron llamados Mike y Max. Pero después de un mes, la pareja china que la había contratado le envío una fotografía de ambos niños, con un mensaje que decía: "No son lo mismo, ¿verdad? ¿Has pensado por qué son diferentes?".
"No sólo Mike y Max no son idénticos. Ambos tenían un ADN completamente distinto. Mike parecía ser un bebé asiático (...), pero Max, mitad blanco y mitad afroamericano, me pertenecía a mí y a mi marido, Wardell Jasper", explicó Jessica.
Finalmente, las pruebas de ADN confirmaron la sospecha de Jessica, demostrando que un niño era su hijo biológico y el otro era el de la pareja china.
"No sé cómo describirlo… nos quedamos sin palabras. No sabíamos cómo había sucedido esto", contó Jessica en una entrevista titulada: "Alquilé mi útero y casi se llevaron a mi propio hijo".
Actualmente la joven estadounidense posee la custodia legal de Max, a quien nombró Malachi (10 meses). Además, tiene otros dos hijos: Jeramiah (7) y Jairus (2).