SANTIAGO.- Este
lunes 18 de junio, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó por primera vez en 28 años su
Clasificación Internacional de Enfermedades, oportunidad en la que incluyó el
uso abusivo y adicción a los videojuegos como un
desorden de comportamiento.
"Incluimos el desorden de jugar de forma adictiva tras analizar las pocas evidencias que tenemos, y tras escuchar a un Comité Científico que sugirió que este nuevo fenómeno se incluyera como una enfermedad que puede y debe ser tratada", destacó Shekhar Saxena, director del departamento de Salud Mental y Abuso de Substancias de la OMS.
Según Saxena el hecho de jugar a un videojuego no es un acto nocivo en sí mismo. El problema es cuando el consumo es abusivo, cambiando el comportamiento de la persona. Pero, ¿cómo ser capaces de detectar esa línea tan delgada? ¿En qué minuto el uso de los videojuegos pasa a ser una adicción y es necesario buscar ayuda?
De acuerdo a Valeska Woldarsky, psicóloga infanto-juvenil de la Universidad Católica, el primer indicio de que la exposición de la persona, ya sea niño o adulto, a los videojuegos es excesiva, es cuando estos pasan a ocupar "todas las áreas de la vida del sujeto".
"Lo primero es detectar la dificultad de poder integrar los videojuegos como una actividad normal, sino que esta pasa a ocupar todas las áreas de la vida del sujeto. Es decir, que los videojuegos provoquen que los niños o los adultos
dejen de lado necesidades básicas como rutinas diarias, idas al colegio o idas al trabajo, hábitos de higiene, alimentación, sus relaciones sociales, y de manera muy importante es la
disminución de horas de sueño producto del abuso de los videojuegos", explica Woldarsky a
Emol.
La psicóloga enfatiza que para detectar una adicción, es necesario que "esto se presente por un tiempo prolongado. No que sea un mes o dos, sino que
se vea en el último año al menos y que sea persistente en el tiempo".
Por su parte,
Carolina Pérez,
educadora de párvulos UC y máster en educación de la Universidad de Harvard, explica en una entrevista con la revista Sonríe Mamá y Familia que "los expertos recomiendan un
máximo de 30 minutos al día,
y nada de TV al despertar o acostarse".
"Las investigaciones de neurociencias hablan de que las pantallas interactivas -ya sean teléfonos, tablets y juegos de video- producen una
cantidad anormal de dopamina, lo que trae como consecuencia
cortocircuitos en el cerebro de los niños. Derivado de esto se produce
falta de atención, agresión, cambios bruscos de humor, cambios en la presión sanguínea y en el nivel de azúcar en la sangre. También se produce desmielinización de las neuronas, por lo que el nivel de aprendizaje de los niños será muy bajo en un futuro próximo", señala Pérez.
Recomendaciones
De acuerdo a Carolina Pérez, las consecuencias de la sobre exposición de los niños a las pantallas y videojuegos se comienzan a manifestar a
partir de los 12 años, en la etapa propia de la adolescencia.
"A partir de los 12 años uno como padre empieza a cosechar lo que sembró en la infancia de los hijos. Pero
si ese niño creció mirando una pantalla, sin duda tendrá pocas destrezas personales. No será capaz de mirar a los ojos o tener una conversación coherente, ya que las veces en que podía haber conversado con sus padres en la mesa del comedor o de un restaurante, le pasaban la tablet para que no molestara", enfatiza.
Algo parecido piensa Valeska Woldarsky, quien recomienda a los padres
establecer rutinas claras, que "los videojuegos sean una recompensa frente a actitudes positivas del menor" y "
negociar los tiempos de juego". Asimismo aconseja realizar actividades que no sean solo estar dentro de la casa, sino favorecer juegos al aire libre relacionados con los intereses de los más pequeños.