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De la polémica a la aclamación: hace 150 años nació Gustav Mahler

Este 7 de julio, el mundo celebra el aniversario de su natalicio y, un año después, el 18 de mayo de 2011, se conmemorará el centenario de su muerte.

05 de Julio de 2010 | 09:59 | DPA
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Maestro de música. Este 7 de julio se celebran los 150 años del nacimiento de Gustav Mahler.

El Mercurio
BERLÍN.- Tan celebrando como polémico: Gustav Mahler fue uno de los directores de orquesta más famosos des su tiempo, pero como compositor no se le comprendió. "Ya llegará el momento de mi música", afirmaba él convencido.

Nunca supo cuánto tiempo tardaría en llegar ese momento ni qué dimensión alcanzaría este cambio triunfal, pero como muy tarde a partir de los años '60 del pasado siglo se convirtió en uno de los compositores más populares de todos los tiempos. Algo que ni siquiera él había profetizado.

Este 7 de julio, el mundo de la música celebra el aniversario 150 de su nacimiento y, un año después, el 18 de mayo de 2011, se conmemorará el centenario de su muerte.

Soñador ajeno al mundo

En vida, la música de Mahler fue muy polémica, se le consideraba epígono de Bruckner y Wagner. Su renacimiento no llegó hasta la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando se reconoció su verdadero significado como precursor de la modernidad y su influencia en compositores como Schoenberg, Webern o Shostakovich. Directores de orquesta como Leonard Bernstein se han ocupado de que su música llegue a las salas de concierto.

El propio Mahler se veía como alguien "anacrónico", mientras que Richard Strauss lo describió como un "soñador ajeno al mundo". Y como un hombre desgarrado entre el ascetismo del arte y la pasión por vivir lo inmortalizó el cineasta Luchino Visconti en 1970 con su adaptación de la novela de Thomas Mann "Muerte en Venecia".

Mahler era al mismo tiempo un músico intransigente y un artista sabedor de sus cualidades. Junto a Arturo Toscanini, fue sobre todo Mahler quien -como dijo una vez Verdi- sustituyó la vanidad de los rondós de damas por la tiranía de los directores, las grandes desgracias. Entre 1897 y 1907 Mahler ejerció como director en Viena, apostando por el individualismo de los intérpretes. Dicho de otra manera: puso a los cantantes en primer plano, convirtiéndolos en actores con una dirección de ópera moderna.

"Mahler, como Toscani, introdujo una nueva época en la ópera bajo la influencia dominante de la obra wagneriana y la concepción de la ópera como una obra total, marcando su permanencia", escribió el crítico musical Jrgen Kesting. En este sentido, Mahler consideraba a los cantantes más servidores de la obra que estrellas, y esto le provocó enfrentamientos. A ello se unieron campañas antisemitas, y Mahler acabó abandonando su puesto como director después de haberse convertido para ello al catolicismo.

El juego verdadero

El discípulo de Bruckner buscó con sus obras nuevos caminos y trabajó una y otra vez con marchas, bailes y canciones populares. Hizo caso omiso de "la frontera entre la música como arte y la ’música trivial’", como explicó el musicólogo Carl Dahlaus. Hoy en día, se considera que también en eso fue un precursor. Y su música estuvo profundamente marcada por experiencias autobiográficas: según él mismo reconoció, jamás escribió una nota que no fuera "absolutamente verdadera".

La vida de este compositor nacido en Kaliste, en la entonces Bohemia, que siempre estuvo descontento con su trabajo como director, sufrió un durísimo golpe en el verano de 1910. En aquel entonces se enteró de que su esposa Alma, con la que se había casado en 1902, tenía un affaire con el joven arquitecto Walter Gropius. El compositor ya había sufrido antes la muerte de su hija Maria, la despedida de la ópera de Viena y el diagnóstico de una afección vascular cardíaca. Y fue entonces cuando compuso sus mejores obras: "Das Lied von der Erde" ("La Canción de la Tierra"), la novena y la inacabada décima sinfonía. En 1911 falleció en Viena a causa de una endocarditis.

Los años que siguieron hasta su renacimiento, en los '60, fueron difíciles para su música. Mahler fue olvidado, silenciado o incluso prohibido. "La novena sinfonía de Mahler, como obra de un judío, queda eliminada de los programas de conciertos en Alemania", se leía en las guías de conciertos de la Alemania Nazi. Ahora, dos años Mahler (2010 y 2011) lo reivindican.
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