Lo de él es una historia de esfuerzo. David Robert Joseph Beckham siempre soñó con una pelota de fútbol, motivado por su papá, un futbolista frustrado que debió dedicarse a ser empleado en una compañía de gas. Nació el 2 de mayo de 1975, en Leytonstone, Inglaterra.
Su infancia estuvo muy marcada por decepciones deportivas. Trató hasta el cansancio de quedar en alguna división menor de los equipos ingleses, como el Tottenham Hotspur o el Leyton Orient, sin ningún resultado favorable y a pesar de que con sólo once años había ganado un concurso de habilidades futbolísticas, organizado por sir Bobby Charlton, considerado uno de los mejores jugadores de la historia de Inglaterra.
Fue a partir de ese momento que sir Alexander Ferguson, entrenador del Manchester United, lo consideró para formar parte de las ligas menores del equipo, en 1991.
Cuatro años después, cuando Becks ya tenía 20, el rubio debutó con el Manchester en la Premier League, levantando la imagen de un equipo que sólo dos años antes había comenzado a repuntar.
El talento de un joven que había estado toda su vida entrenando para este momento se dio a notar al poco tiempo, cuando lanzó el primer “gran gol” de su carrera, desde el centro del campo, en un partido entre los “Diablos rojos”, como se les conoce a los del Manchester, y el Wimbledon. Rápidamente, David pasó a la categoría de líder del equipo y a ganar premios como Jugador Joven del Año, en 1996 y 1997.