Por qué verlo: Para ver si puede repetir en Viña el éxito que cosechó en festivales como Olmué y Dichato. Y, bueno, también por morbo, para qué estamos con cosas: Miguel Ángel Alvarado tendrá la difícil tarea de salir a escena tras ese acorazado festivalero llamado Ricardo Arjona, lo que lo obligará a desplegar sus mejores armas.
Por qué hacer zapping: Por el agotamiento del cuentachistes clásico en esta época de monólogos, duplas y otras vertientes del humor. Aunque más atrevido que sus colegas de antaño, el formato de Centella no deja de ser el más tradicional en el rubro, lo que puede traer problemas a la hora de enganchar con los televidentes.
Pronóstico: Incierto. Si las señoras de las cuatro décadas le dan margen, Alvarado podría encontrar los espacios para desarrollar su rutina y cumplir con su función de bisagra, para oxigenar la noche y permitir que ésta continúe. En sus primeros chistes va a estar la clave. Allí se juega todo.