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Es parte de nuestra cultura: Al momento de elegir a una persona para un cargo con gran poder de decisión, los hombres que ya ejercen el poder sencillamente no le dan la oportunidad a una mujer, por capaz que sea. Ni siquiera se les ocurre que una mujer lo pueda hacer bien. Es una barrera que no se ve, pero que definitivamente existe. En este sentido, no puedo dejar de señalar que me embarga una profunda satisfacción al ver a tantas mujeres en el gabinete. El solo hecho que existan, que se les vea ejerciendo el poder, impulsará un cambio en otras áreas de la vida social.

Por otra parte, es indudable que una visión femenina puede significar distintos énfasis en diversas áreas de las políticas públicas. En salud, quizá habrá una mayor preocupación por prevenir la osteoporosis. En educación ojalá haya un incentivo a que las mujeres se dediquen a la ciencia. En Justicia quizá logremos más Ministras en la Corte Suprema y más hombres en tribunales de familia. En Trabajo una mayor preocupación por la equiparidad de salarios entre trabajadores y trabajadoras. En Previsión quizá eliminemos diversas injusticias que afectan a las mujeres y ojalá abordemos el problema de las temporeras.

Creo que los hombres no han dimensionado el cansancio de las mujeres, ni han percibido que no están dispuestas a seguir sufriendo resignadamente postergaciones injustificadas. Las empresas, las universidades, los partidos, las organizaciones que sepan acoger y canalizar estas aspiraciones, van a tener la oportunidad de gozar de importantes ventajas competitivas. Los demás se desgastarán en dar explicaciones.


 

 

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