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Los estudios de opinión muestran que la ciudadanía ha visto en el liderazgo de Bachelet la representación de la gente común, de la que nunca tiene la oportunidad, de la que siempre es postergada por los que están más arriba.

De ahí la importancia de la renovación de nombres en su gabinete y en los principales cargos públicos, para darle consistencia a esa aspiración de menor elitismo y de mayor meritocracia en nuestra sociedad. En esa misma línea, debe emprenderse una estrategia contra la discriminación, especialmente en el trabajo, y no sólo a favor de las mujeres, sino también de los que son postergados por su edad, su apariencia, su origen social o étnico, por su orientación sexual, por ser discapacitados o por no tener pitutos.


Otra aspiración muy sentida, y que comparto, es la de tener un gobierno más cercano. El carácter femenino se suele vincular con una actitud más acogedora y sensible. Sea ello correcto o no, la aspiración es legítima. Con todo lo vago que puede ser el concepto de gobierno cercano, no lo es tanto cuando uno conoce la forma en que funcionan nuestras instituciones públicas: en forma cerrada, valorando poco la opinión ciudadana, con un trato impersonal y frío hacia las personas. Transformarlas en organismos amables con el ciudadano, transparentes, abiertos a la participación, es una de las tareas más importantes que tenemos por asumir, y el mejor antídoto para combatir la corrupción y contrapesar las presiones corporativas.

Pocas veces hemos tenido tanto para celebrar en el Día de la Mujer. Felicidades a todas por este día y mucha suerte para nuestra Presidenta.


 

 

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