Desde sus inicios, Darren Aronofsky se ha destacado como un director que desarrolla personajes complejos, oscuros y un tanto perturbados. Dicha marca se comenzó a gestar con su opera prima, "Phi" y se intensificó con "Réquiem por un sueño", las que fueron aclamadas por la crítica, pero no así por la Academia, situación que se podría revertir este año con "El cisne negro".

La historia de una tímida y perfeccionista bailarina que debe lograr interpretar con éxito a los dos personajes principales del ballet "El lago de los cisnes" logró cautivar, finalmente, a la institución cinematográfica. Aunque el argumento del filme es aparentemente simple, posee una fuerza desgarradora, ya que su eje va más allá de las acciones: se basa en las emociones y obsesiones de Nina Sayers, encarnada por Natalie Portman.

El conflicto de la bailarina surge cuando su coreógrafo le hace notar que tiene mucha facilidad para interpretar al bondadoso y delicado cisne blanco- personaje al que ella se asemeja- pero no logra dar vida a su otro rol, el oscuro y siniestro cisne negro. El desafío de Nina es adquirir la mente perversa y la sensualidad de dicho personaje, pero la materialización de ese objetivo podría poner en riesgo su propia identidad.

Tras el estreno de la película, las publicaciones especializadas en cine aseguraron que Natalie Portman y Darren Aronofsky iban a ser cartas seguras para la próxima entrega de los Oscar, ya que ambos lograron desarrollar con sutileza un relato intenso y escabroso.