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Con 54 años al momento del desastre y 31 como minero, Luis Urzúa era el jefe de turno de los 33.
Sus estudios de topografía y rescatistas, le permitieron ganar el respeto entre los otros 32 atrapados.
Junto a otros mineros de San José, en la actualidad se dedica a realizar charlas motivacionales, lo que le permite generar ingresos para mantener a su familia.
“Durante el último año hemos reído y llorado. Hemos sufrido junto a la familia y también hemos viajado por varios lugares del mundo”, expresó Urzúa días antes del primer aniversario de la tragedia.
El los primeros días que estuvo atrapado en la mina, fue el encargado de organizar el rígido sistema de racionamiento de alimentos y dividió el espacio en tres zonas: una para dormir, otra para comer y una tercera para las necesidades básicas.
Fue el primero en hablar con el exterior cuando se pudo establecer comunicación, y seguramente será el último en salir del pique, dada su alta resistencia.