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De profesión técnico mecánico, sólo ingresaba a la mina para reparaciones puntuales.
Es de Coyhaique y anteriormente había trabajado en otras faenas mineras.
Pese a que ya ha pasado casi un año del desastre, Villarroel sigue con problemas psicológico y critica el tratamiento que recibieron tras el rescate.
“La atención que nos dieron fue de la peor, del uno al 10 le doy un 0.5. Hasta ahora estoy con problemas de sueño y cosas. Me duermo a las 4:30 y despierto a las 8:00 y eso no es normal”, revela.