Perder la virilidad ha sido, por siempre, uno de los mayores traumas del hombre, quien se ve incompetente no sólo en el plano sexual, sino que en todos los planos, porque el impacto en su autoestima es mayor.
Las disfunciones sexuales masculinas resultan gravitantes en la relación de pareja y hoy, más que ayer, son motivo de consulta ante los especialistas.
Entendida la disfunción como una alteración de la función sexual, ésta puede comprender causas fisiológicas o psicológicas, pero la mayor de las veces prima esta última o van combinadas.
El urólogo Cristián Wohler explica que el estrés, la ansiedad, el cansancio y las altas expectativas funcionan como bloqueadores en el hombre durante el acto sexual. También influye en esto el inicio sexual temprano del hombre sin la suficiente madurez para comprender la magnitud de un encuentro con otra persona.
Las disfunciones sexuales masculinas comprenden la disfunción erectil y la eyaculación precoz. La primera es la ausencia total o parcial de erección del pene, lo que impide una penetración satisfactoria o la dificultad de llevarla a cabo.
En casos muy específicos las causas de esto se encuentran en alguna patología como se da en el caso de los parapléjicos, algunos diabéticos y quienes han sido sometidos a alguna intervención quirúrgica de la próstata. No obstante, la mayor de las veces, la disfunción eréctil se encuentra en causas psicológicas.
Las disfunciones de origen fisiológicos definitivas son irreversibles o pueden mejorarse con algún apoyo que permita la erección como es la colocación de una prótesis permanente o la inyección intracavernosa en el pene de un medicamento.
Cuando las causas son psicológicas el tratamiento comprende el uso de medicamentos y terapia sexual porque lo que se persigue es atacar el temor del hombre al momento en que debe experimentar la erección. Wohler señala que lo que se busca es romper el círculo vicioso en el cual cae el hombre y por eso, la medicación no siempre debe ser permanente.