Pareciera algo de perogrullo, pero unas relaciones sexuales seguras deben comprender una relación de respeto, consentida y en donde no se den actos contra la voluntad de las personas involucradas.
Y lo anterior no es menor, porque para que se dé el consentimiento las dos personas deben tener la capacidad emocional e intelectual de poder resolver sobre el acto en sí, lo que excluye una relación de poder de por medio.
La ginecóloga Pamela Oyarzún remarca los conceptos anteriores tanto cuando se trata de relaciones sexuales pasajeras o relaciones estables, porque en ambas lo que importa es que lo que se decida hacer, se haga en forma libre e informada.
Si hubiera que establecer una especie de guía para relaciones sexuales seguras se debe señalar que el pilar fundamental de ella es la información y educación del hombre y de la mujer. Las personas para poder decidir libremente deben saber sobre qué están optando, cuáles son sus riesgos, consecuencias e implicancias.
Y estar informados no significa sólo conocer los aspectos biológicos involucrados en el acto sexual o los métodos de anticoncepción existentes. Se requiere estar educados para la sexualidad, donde las personas, con la madurez suficiente, pueden discernir sobre el mejor momento para iniciarse en la vida sexual y con quien; poder determinar si se está mental y emocionalmente listo para dar ese paso. En esto están presentes cuestiones como la autoestima, la autonomía, el sentido de responsabilidad, el manejo del sentimiento de culpa o conciencia sobre las consecuencias de acciones previas a una relación sexual de coito como exploración manual y otros.
“Por eso, la educación para la sexualidad debe iniciarse en la preadolescencia y es un proceso largo”, explica Pamela Oyarzún.
Cabe tener presente que según la legislación chilena, el consentimiento para un acto sexual sólo existe a partir de los 14 años; antes, cualquier acto se considera abuso o violación en términos legales.