En el pasado se hablaba de frigidez. Hoy, esa palabra no está incorporada en el vocabulario de la sexología actual, quizás, para liberar a las mujeres de la fuerte carga emocional y social que implica no sentir goce o placer sexual y por la connotación vagamente negativa que adquiriendo el término con la masificación de su uso.
El gineco-obstetra Pedro Escudero aclara que, en la actualidad, se entiende por disfunción aquella situación que produce cierta incomodidad o falta de plenitud sexual, pero que no llega a constituir necesariamente una enfermedad.
Relacionadas con el deseo, la penetración y el orgasmo, las disfunciones sexuales tienen claramente un componente psicológico y fisiológico que debe ser abordado en conjunto. Es más, muchas veces un desequilibrio hormonal u otros fenómenos bio-físico detectables sólo dejan en evidencia que la mujer experimenta algún conflicto y esto se traduce en una disfunción.
Las disfunciones, asimismo, se pueden clasificar en primarias y secundarias, según si se han presentando desde siempre o recientemente; y en absolutas o relativas, según si se manifiestan siempre o en forma esporádica.
Las disfunciones relacionadas con el deseo -es decir, la falta de la libido- que son primarias y absolutas, prácticamente en un 90% de los casos tienen su origen en un abuso o experiencia sexual traumática en la infancia y el 10% restante en una educación sexual castrante y restrictiva, frecuentemente una suma de ambas.
Las disfunciones que son secundarias y relativas se presentan, explica Escudero, generalmente por la existencia de problemas entre la pareja o la dificultad para asumir la propia sexualidad o género (homosexualidad encubierta). También se puede deber a problemas biológicos agregados como es padecer de una enfermedad grave, como el cáncer, insuficiencia renal, cardíaca, diabetes descompensada o cambios hormonales producto de la menopausia u otras circunstancias.
Las disfunciones sexuales relacionadas con la penetración muy rara vez tienen su origen en malformaciones, algunas veces en infecciones y la mayor de las veces en el miedo al acto sexual.