“La sexualidad se debe entender como todo tipo de expresión y no reducirlo al coito”, insiste.
Por todo lo anterior, un encuentro sexual entre dos personas comprende varias etapas.
La primera de ella parte del deseo inconsciente de estar con el otro que se traduce en fantasías respecto a ese momento esperado. Luego, vendrá el encuentro físico que se inicia con la seducción y en donde el hombre y la mujer se expresan de distinta manera y perciben también diferente; el hombre en forma más visual y la mujer, más auditiva. También se da la seducción lingüística con ciertos contenidos.
Tras ello, se da el preámbulo corporal que comprende el contacto físico de ambos. Idealmente, éste debe iniciarse en la periferia como las orejas, las manos, la espalda, el cuello para luego acercarse hacia los genitales como los senos, la vagina y el pene. En esto cobra mucha importancia el contacto con los ojos, manos y boca y la aproximación hacia la zona más erotizada del cuerpo debe ser lentamente.
Todo lo anterior prepara al hombre y la mujer para el encuentro coital, que comprende la liberación de una serie de sustancias que posibilitan la erección del pene en él y la lubricación de la vagina en ella. O sea, la excitación.
Thomas hace presente que se puede tener o no orgasmo y el encuentro ser satisfactorio.
Tras esto, viene el proceso de desprendimiento de los cuerpos, etapa en donde hay una resolución. Si bien los cuerpos se han satisfecho físicamente y emocionalmente, se mantiene un vínculo humano, de pareja, que se puede expresar de diversas maneras. “Es el momento de la contención amorosa, donde se pone en práctica el amor filial más que pasional”, dice.
El sexólogo aclara que para tener una sexualidad satisfactoria no es condición la existencia de una relación de pareja, es decir, un encuentro casual puede ser satisfactorio, pero está comprobado que una relación estable es más favorable para conseguir la satisfacción a partir de que el vínculo se construye día a día.