BOLIVIANOS EN BRASIL

“Ellos decían que aquí todo era muy caro y que no podían comprar otro tipo de comida. Era mentira. Nosotros huimos de allá. Ellos eran malos. Bateram es el otro amigo nuestro, que se cortó el labio. Hoy, la comida que tengo en mi oficina, es diferente cada día. Pero siempre tiene frijoles porque es muy bueno— cuenta Maria Helena.

Después de mucha batalla y de subempleos, Maria Helena  y João consiguieron traer a sus dos hijas para Brasil. La situación de la familia fue regularizada porque tuvieron otras dos niñas: Eliana y Erica.

“A las veces encontraba la mujer del patrono en la plaza. Sentía una cosa rara. No era miedo, pero era miedo, sabe? No sé explicar”. Cuestionada si ahora, como dueña de taller, ella tampoco comenzaría a aprovecharse de los operarios: “No, no. Ellos son los que se aprovechan de mí”, dijo.