Alejandro Blanco, su coordinador, explica que además de funcionar como un Facebook para colombianos, le ha permitido a la Cancillería obtener información (aún no representativa) de los profesionales en el exterior.

De los participantes de la red hay un 42 por ciento en Europa, 19 en Norteamérica, 18 en Colombia (los que han retornado y siguen enlazados), 8 en Suramérica, 8 en Oceanía, 1 en Centroamérica y 1 por ciento en Asia.

Pero esta red, según varios expertos, es solo un intento que se queda corto frente a los que debería hacerse con los cerebros colombianos fugados.

Y además, dista mucho de la experiencia conocida como la Red Caldas, que era coordinada por Colciencias y unía colombianos que estaban realizando doctorados en el exterior en torno a investigaciones útiles al país y que creó nidos de importantes investigadores.

“La Red Caldas es el mejor ejemplo de aprovechamiento del conocimiento pero dejó de funcionar cuando muchos de sus participantes terminaron sus doctorados”, explicó el investigador William Mejía.

Khoudour agrega que además el Gobierno no tiene programas que incentiven a estos cerebros fugados a regresar al país, y ellos no lo hacen especialmente porque no obtienen los mismos salarios que en el exterior.

Solo algunas universidades, como iniciativa propia, están aprovechando estos cerebros fugados, invitándolos durante temporadas muy cortas de uno o dos meses a compartir sus conocimientos como profesores invitados.

Y solo en una ocasión el entonces rector de la Universidad Nacional, Antanas Mockus,  trajo un grupo de colombianos en el exterior, con sueldos mejorados, para dar clases en esta universidad. Pero esta experiencia ni se replicó ni se repitió.