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Puede haber sido
una declaración sincera, pero los seguidores
de La guerra de las galaxias pudimos distinguir el
guiño marquetero, pero guiño al
fin y al cabo: Episodio 3 sería tal cual
como siempre habíamos querido que fuera: oscuro,
violento, intenso y con un hombre de casco negro y
respiración sonora coronando la historia. Respecto
de este último episodio, Lucas dijo que esto
sería: "Lo que los fans querían
ver cuando fueron a ver La amenaza fantasma".
Pero este Episodio, en sus expectativas y en su resultado,
es lo que los fans quisimos ver en pantalla prácticamente
desde que el mundo es mundo.
Comencé a jugar con figuras de La guerra de
las galaxias antes de ver las películas, construyendo
el relato sólo en base a lo que amigos mayores
nos contaban a mi hermano y a mí (la única
que vimos en el cine para su estreno fue El regreso
del Jedi). El relato verbal, por supuesto, estaba
plagado de falacias, pero lo principal se mantenía:
Darth Vader lejos la figura preferida era
el padre de Luke, Leia era una princesa, y todos peleaban
con espadas y pistolas de rayos láser. El juego
se armaba con primos más potentados que
tenían más figuritas e incluso naves
o vecinos que tenían la suerte de tener un
padre que viajaba a Estados Unidos y les traía
naves y bases de combate que acá no vendían.
El Episodio 3 era la pieza que siempre faltó.
¿Cómo y por qué se transformó
Anakin en Darth Vader? ¿Cómo y qué
fueron las guerras clónicas? ¿Cómo
los caballeros jedi desaparecieron de la galaxia?
¿Quién fue la madre de Luke y Leia?
¿De verdad era posible que Darth Vader se hubiera
enamorado? ¿Qué horrible deformación
sufrió Anakin como para tener que usar un traje
tan fabuloso? Era tan necesario y necesitado este
Episodio 3, que el uno fue sólo un desagradable
percance, que valía sólo porque era
el inicio del camino para llegar a este tercero. Por
eso es que lejos lo mejor de La amenaza fantasma es
un póster y una escena de la película:
ése en el que el niño Anakin camina
por la arena y la sombra que proyecta es la de Darth
Vader.
"La película termina en el infierno",
anunció George Lucas en la cadena CBS. Y es
cierto: para los fanáticos, la película
termina en el paraíso. Como han comenzado a
decir los cables tras las primeras proyecciones de
La venganza del Sith: "Lucas no mintió".
Tal cual ocurre en las buenas teleseries, el malo
es más atractivo e interesante que el bueno,
el amor es trágico y la esperanza sobrevive
en pequeña escala, prometiendo revancha. Un
final feliz.
Francisco Aravena.
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