Domingo, 26 de Febrero de 1995
Pedro Guerrero
En 1995 se cumplen 50 años desde que
la poeta chilena recibiera el Premio Nobel de Literatura. `Revista de Libros'
invitada por la Dirección
de Bibliotecas, Archivos y Museos conoció la zona donde creció la
autora de Tala (1938), Lagar (1954) y Desolación (1922).
DICEN que Santa
Teresa de Jesús, la gran poeta española
del siglo XVI, progresó en su misticismo gracias a las imponentes
murallas de Avila, que la ayudaron a elevar su mirada hasta el cielo. Algo
similar debió haberle
pasado a Gabriela Mistral en el Valle del Elqui, donde a falta de alcázares,
los cerros agrestes le sirvieron a su poesía como gigantescos peldaños
hacia las alturas. De hecho, una de las cosas que más sorprende a quienes
visitan su casa de Montegrande (IV Región) es comprobar cómo
la única ventana de su dormitorio, se abre ante un muro de piedras que
apenas deja entrar la luz.
Esa casa, convertida hoy en museo, es lugar obligado de peregrinación
para turistas y mistralianos. En ella vivió seis años de su infancia
junto a su madre, Petronila Alcayaga Rojas, y su hermana mayor, Emelina Molina,
quien dirigía la escuela de niñas de Montegrande, ocupándose
también de la oficina de correos anexa. En esta sencilla edificación
se mantiene abierta una muestra permanente con objetos familiares y mobiliario
de la época.
Sin embargo, la colección documental más completa se exhibe
en Vicuña, la ciudad de la IV Región donde Gabriela Mistral
nació el 7 de abril de 1889. El museo que lleva el nombre de la
autora fue inaugurado hace 23 años en el sitio que ocupaba su desaparecida
casa natal. Aunque sólo se conservan de esa época los árboles
plantados por Jerónimo Godoy, padre de Gabriela, se construyó en
el lugar una réplica de la vivienda, aprovechando una edificación
vecina con su misma estructura.
En el moderno pabellón central del museo el público puede
apreciar, ordenados cronológicamente, objetos tan valiosos como
una primera edición de su poemario Desolación (1922), publicado
en Nueva York por el Instituto de las Españas; la bolsita con tierra
de Montegrande que la poeta llevaba en todo momento; y una copia de la
medalla del Premio Nobel que recibió el 15 de noviembre de 1945.
Asimismo,
se exponen en un librero los numerosos volúmenes que
Gabriela Mistral donara a la Biblioteca Pública de Vicuña,
escogidos de su valiosa colección personal. Testimonian su avidez
reflexiva títulos como El sentimiento trágico de la vida,
de Miguel de Unamuno; Pensamientos, de Blas Pascal; La ciudad de Dios,
de San Agustín y un ensayo sobre el prerrafaelismo, de John Ruskin.
Hasta
el 1(SO) de marzo, la muestra permanecerá abierta de martes
a domingo, entre las 9 y las 19 horas. A partir de esa fecha, atenderá de
10 a 13 y de 15 a 19 horas. La sala está a cargo de la Dirección
de Bibliotecas, Archivos y Museos, organismo que ha demostrado un permanente
interés por la obra mistraliana, destinando importantes recursos
a su ``puesta en valor''.
Así, en 1994 remozó la exhibición estable del Museo
de Vicuña, editando también una recopilación de artículos
publicados por la poetisa en el diario serenense `El Coquimbo', entre los
años 1904 y 1914.
Para quienes no pueden viajar hasta la tierra de la
poeta, se ha programado en Santiago otra interesante actividad. El 8 de marzo
se inaugurará en
la Biblioteca Nacional la exposición `Mujer y feminismo en la prosa
de Gabriela Mistral', integrada por textos que la autora publicó en
periódicos chilenos e hispanoamericanos. Será el primero
de una serie de homenajes que recuerdan el 50(SO) aniversario de su Premio
Nobel.
Fragmento del poema `La fuga' Madre mía, en el sueño ando
por paisajes cardenosos:
un monte negro que se contornea siempre para alcanzar
el otro monte, y en el que sigue estás tú vagamente, pero siempre
hay otro monte redondo que circundar, para pagar el paso al monte de tu gozo
y de mi gozo.