Miércoles, 15 de Noviembre de 1995
"Al subir la escalerita del proscenio sentí que se me fundían
las rodillas...'', dijo Gabriela Mistral horas después de recibir
su Premio Nobel, ese 10 de diciembre de 1945, en Suecia. Pero fue allí,
en la ceremonia, donde la poetisa dio sus agradecimientos a través
de un discurso que el libro de Carlos Calderón Ruiz de Gamboa, ``Gabriela
Mistral, Premio Nobel de Literatura (Crónica de un cuento de hadas
real)'', reproduce:
``Sus Altezas Reales, Príncipes y Princesa de la Corona, honorables
miembros del Cuerpo Diplomático, miembros de la Academia Sueca y
de la Fundación Nobel, eminentes representantes del gobierno y miembros
de la sociedad presentes'':
``Suecia se ha dirigido hoy a la lejana América de habla española para honrarla en una de sus muchos trabajadores en el campo cultural. El espíritu universalista de Alfredo Nobel habrá quedado contento de ver incluido en el círculo de sus esfuerzos, de proteger la esfera cultural de la vida, al hemisferio meridional, tan poco y tan mal conocido''.
``Como hija de la democracia chilena, estoy profundamente conmovida de ver ante mí tan espléndida demostración de las tradiciones democráticas de Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecer las más valiosas creaciones sociales, en la aceptación del presente y la anticipación del futuro, que sostienen a Suecia, que son una honra para la Europa y que significan un hermoso ejemplo para el continente americano''.
``Como hija de un país nuevo saludo a Suecia en su espíritu precursor.
Por ella he sido ayudada más de una vez. Me refiero a sus hombres de ciencia que enriquecen la vida material y espiritual de la nación. Recuerdo a sus profesores y maestros que me mostraron sus escuelas realmente maravillosas y miro con verdadero amor a los otros representantes de la nación sueca, su población rural, sus artesanos y trabajadores. Por una casualidad afortunada que sobrepasa mi comprensión, soy, en estos momentos, la voz directa de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambos están felices de haber sido invitados aquí por un corto tiempo para vivir entre la raza nórdica, ayudados por la hermosura de su folclore y su poesía milenaria''.
``Confío en que Dios protegerá a esta admirable nación con su heredad y sus oraciones, su valor de mantener intactas las obras imponderables de su pasado y dominar el presente con la confianza de las razas de navegantes, los conquistadores de antaño''.
``Mi país, representado aquí por nuestro distinguido Ministro
señor Enrique Gajardo, respeta y ama a Suecia y he sido enviada
con la misión de agradecer el honor especial que se ha hecho a Chile.