Viernes, 11 de Marzo de 2005
Además del "Poema de Chile", este volumen reúne
artículos, cartas y recados en los que la Premio Nobel interpreta
e interpela al país que ama y le duele.
AGUSTÍN SQUELLA
¿Cómo vio a Chile Gabriela Mistral? ¿Qué comprensión
tuvo de nuestra historia, de nuestra geografía, de nuestros próceres
y gobernantes? ¿Qué le
parecieron Pablo Neruda, Joaquín Edwards Bello, Marta Brunet y Alberto
Hurtado? ¿Cuánto desasosiego mostró en sus cartas
enviadas a Chile desde París, Génova, México, Puerto
Rico, Madrid, Hamburgo, Lisboa y otros lugares donde ella estuvo o cumplió funciones
consulares? ¿Cuáles, en fin, fueron los recados que nos dejó tanto
para alabar como criticar las acciones que se adoptaban en Chile en diversos
asuntos sociales que le interesaban vivamente?
Preguntas como ésas hallan un bien ordenado camino de respuesta
en este libro que reúne textos de la poetisa compilados por un muy
buen conocedor de su obra - Jaime Quezada- y prologados por Sonia Montecinos,
quien dice que la compilación obedeció al deseo de "traer
a la escena contemporánea" escritos que mantienen vigencia
para comprender mejor nuestra cultura y nuestra sociedad. La obra fue editada
en la colección Cuadernos Bicentenario de la Comisión del
mismo nombre.
Los escritos que componen el volumen, además del "Poema de
Chile", son artículos, cartas y recados en los que Gabriela
Mistral interpreta e interpela al país que ama y que también
le duele. Como advierte Sonia Montecinos, la obra rescata una vasta pluralidad
de "gestos escriturales" de una autora comúnmente identificada
sólo con la poesía, la ternura infantil, el canto a la maternidad
y los amores trágicos. La obra es también oportuna, puesto
que este año se cumplirán 60 desde que ella recibió el
Nobel de Literatura, el primero que fue concedido a un escritor latinoamericano.
Los textos que leemos aquí, por otra parte, desmienten que nuestra
poetisa haya sido una mujer egoísta que, por comodidad o conveniencia,
no se interesó en la vida civil y política de su patria,
una acusación de la que ella se hizo expresamente cargo, en 1951,
mediante un oficio dirigido desde el consulado de Nápoles al entonces
Ministro de Relaciones Exteriores. Es más, en ese mismo documento
reconoce que "es frecuente el que las visitas, sin cortesía
alguna, me den largas informaciones so-bre el odio que existe hacia mí en
Chile". Todo lo cual pasaba, seguramente, por "el fenómeno
de una mujer sin partido político", algo que en la década
del 50 - ni qué decir en los 60- exponía a cualquier intelectual
chileno al fuego cruzado tanto de la izquierda como de la derecha.
Solidaria con su amigo Joaquín Edwards Bello - de quien tenemos
libros recientes de Jorge Edwards y Cecilia García-Huidobro- , Gabriela
Mistral escribe que si al notable escritor "le ha faltado para tomar
proporciones de maestro un poco de pedantería de sociólogo
o de suficiencia de pedagogo o de matonesca pecha política",
hay en él, por el contrario, "simplicidad criolla, alegría
de campeón deportivo, inteligencia castigada". Chile - escribe
en 1951- "no ha salido sino a medidas, como la sirena, de una especie
de vejestorismo político o administrativo que ha sido su enfermedad
postcolonial". Y es por eso que, a la vez, confiesa, magistralmente,
que "Nadie desea con más fuerza que yo un Chile sólido
y cuerdo, un Chile de política inteligente y, sobre todo, coherente,
que amar y que obedecer".
En este libro hay también alabanza incondicional a lo más
concreto y bello de Chile, a sus tierras nortinas blancas de sed, al cobre,
al Valle del Elqui, a los campesinos, a la palma chilena, al mar, a la
luz del valle central, a las alamedas, a las frutas, a las araucarias,
a los lagos, a los volcanes, a la Patagonia.
Al leer esos cantos de su "Poema de Chile", impreso al final
de este libro, uno se queda con la esperanza de que tales celebraciones
hayan sido en su caso agua fresca para la planta de la alegría, "una
planta - dice Gabriela- que en mí nació enteca y pobre".
Gabriela Mistral. Una tentativa contra lo imposible.
Jaime Quezada (compilador)
Cuadernos del Bicentenario, Santiago, 2004, 491 páginas.
Precio de referencia, $14.880.