Con 54 años y dos hijos, Luis Urzúa cumplía 31 años como minero, aunque sólo 10 meses trabajando en la mina San José.
Era el jefe de turno cuando se produjo el accidente. Su cargo fue respetado por los otros 32 atrapados, transformándose en el líder del grupo. Sus estudios de topografía y de cursos como rescatista, le permitieron organizar la vida bajo tierra.
En un espacio de 2 kilómetros, organizó el rígido sistema de racionamiento de alimentos y dividió el espacio en tres zonas: una para dormir, otra para comer y una tercera para las necesidades básicas.
Fue el primero en hablar con el exterior cuando se pudo establecer comunicación, y seguramente será el último en salir del pique, dada su alta resistencia.
"Cómo intentamos salir de este infierno... Ese día fue algo espantoso. Sentimos que se venía la montaña bajando hacia nosotros y sin saber lo que pasaba", le dijo al Presidente Sebastián Piñera narrándole el día del accidente.