Los profesionales del área de la ginecología y la obstetricia son, tal vez, los que se vuelven más importante para las mujeres a partir de su adolescencia, ya que se convierten en el único médico que consultan con cierta regularidad y por ende, en muchos casos, es el que diagnostica cualquier tipo de enfermedad y luego deriva a otro especialista si lo considera necesario.
Así lo asegura la ginecóloga infanto-juvenil Paz Figueroa, quien insiste en que las niñas deben iniciar sus visitas al ginecólogo antes de que se produzca su primera menstruación – la menarquia-, para evaluar si su cuerpo está bien preparado para este cambio.
La adolescencia es una etapa difícil, pues existen muchos cambios físicos, emocionales y sociales que afectan a las jóvenes. Ellas acuden con temor y vergüenza – muchas veces obligadas por su madre- a la primera consulta; "en ese sentido, es una ventaja que sea una profesional femenina quien las reciba, porque provoca más confianza y cercanía".
No obstante, en la realidad, las primeras consultas se realizan cuando se presentan problemas de dolor menstrual –dismenorrea-, irregularidades o infecciones. "Hay que tener mucho tino en las preguntas que se les formulan, porque de lo contrario, las niñas establecen una muralla con uno", asegura.
Los análisis que se soliciten dependen del motivo de consulta y de los antecedentes familiares. El primer examen a pedir en esta etapa es una ecotomografía ginecológica, pues no es recomendable realizar tactos vaginales ni rectales. Con esto se puede chequear el estado del útero, si hay quistes en los ovarios u otra patología que pudiera aparecer.
Igualmente debiera hacerse un estudio hormonal, porque las irregularidades, muchas veces, tienen que ver con problemas tiroídeos; el perfil tiroideo ayuda a establecer si es que hay un hipo o hiper tiroidismo; es decir, que esta glándula funcione menos o más de lo normal.
Además, es necesario hacer un perfil hormonal ovárico y uno androgénico. Este último se pide cuando las jóvenes tienen acné o hirsutismo (exceso de vello). En caso de obesidad, es necesario un perfil lipídico, para detectar cómo está su colesterol y sus triglicéridos y, según eso, entregarles normas de alimentación adecuada. También, controlar glicemia e insulina, para detectar si existe resistencia insulínica o diabetes.
"Aprovechar que todos estos son exámenes de sangre y agregar un hemograma, porque cuando tienen hemorragias hay que chequear si tienen anemia para tratarla. Un estudio de coagulación en estos casos es igualmente importante", explica la doctora Figueroa.
El ginecólogo debe preocuparse también de las patologías mamarias: dolores, nódulos o mastalgias premenstruales; en estos casos se solicita una ecotomografía mamaria.