“Se ha dado una igualdad de derechos y oportunidades entre ambos sexos y eso se ha trasladado a la vida sexual, cuestión que, a veces, no tiene en cuenta que hombre y mujer son diferentes biológicamente. No es lo mismo tener un pene que tener una vagina y contener por 9 meses a un hijo en el vientre. Por eso no se ha resuelto aún esto de la igualdad en el plano sexual”, dice Eugenia.
Aún así, la mujer empezó a querer, en las últimas décadas, sexo, a necesitar que se preocupen de ella y a ejercer su sexualidad. En este cambio de roles que ha habido, la mujer toma mucho más que antes la iniciativa e incluso se espera que la tenga. Ahora las expectativas de lo femenino y lo masculino no han cambiado tan rápido como los roles.
“Al final, esto se ha traducido en que a la mujer se le han agregado más exigencias sobre las que ya tenía. O sea, debe ser flaca, buena madre, buena esposa, buena trabajadora, femenina, dulce, que no opaque a los hombres y además buena amante con iniciativa”, aclara.
Eugenia Weinstein señala que la reacción de los hombres frente a esta liberación sexual de la mujer ha sido dispar. Mientras algunos se ven excitados, otros se han sentido opacados. También les ha introducido más presión y los ha insegurizado. Es decir, hace 6 mil año el hombre monopolizaba todo el poder y hoy al menos lo debe compartir y “a nadie le gusta perder poder”.