Admitámoslo. Incluso si es algo fome, todos nos hemos reído con algún chiste de Álvaro Salas. El ex Pujillay tiene un sello distintivo: ante una situación incómoda, es el primero al que se le ocurre el chiste preciso para rematar la escena.
Como esa vez en que a un estelar invitaron al políglota más famoso del mundo, pero que con suerte hablaba su idioma. Ante la cara sudorosa del tipo y el silencio mortal del público, Salas miró la tarjeta que le habían pasado para presentarlo y dijo: “A ver, parece que leímos mal, él no es el políglota”. Ok, ahora suena fome, pero en el momento todo el mundo se rió, ¿ya?.
Salas empezó a hacer humor en el colegio. Su padre era actor y director teatral. Mientras estudiaba música en el Conservatorio de la Universidad Católica de Valparaíso, se unió a cuatro amigos para darle vida al conjunto humorístico-musical Pujillay. Con ellos trabajó durante 16 años, recorrió Chile y actuó tres veces en el Festival de Viña del Mar (1982, 1985 y 1990).
Tras disolverse el grupo, inició su carrera como solista, pasó por varios programas de TV (Video Loco, Una Vez Más, y Viva el Lunes, entre otros) y se convirtió en uno de los humoristas más conocidos del país.
Y siempre, siempre igual: chiste rápido, corto y familiar, condimentado con ficticios y descabellados titulares de noticias. Una receta que durante largos años ha sido infalible, y que lo ubican como una apuesta segura para esta versión del Festival