Tierra de inmigrantes:
Australia, la verdadera isla del tesoro

Millones de personas han llegado al país-continente para vivir el "sueño australiano".

JEAN PALOU

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Destinada por años como penal de reos británicos, durante siglos se pensó que la "Terra Australis" no tenía ningún valor. Demasiado lejos, demasiado grande, la historia de esta gran isla del Pacífico sólo se forjó en el revoltijo de aventureros, buscadores de tesoros ingleses, hasta los cerca de 6 millones de inmigrantes de todas partes del mundo que han arribado en las últimas décadas a Australia con la esperanza de encontrar la nueva "tierra de las oportunidades

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Sydney, la ciudad más importante de Australia, siempre aparece rankeada entre las urbes más cotizadas del mundo por su calidad de vida.
 

Es en este enjambre de costumbres, religiones e idiomas que se formó -y se está formando- la próspera nación australiana: una compleja sociedad multicultural y multirracial que se debate entre su herencia monárquica inglesa y el peso de los más de 4 millones -casi el 25 por ciento de la población- de ciudadanos nacidos en el extranjero.

"Con la excepción de los aborígenes Kooris, Australia es una nación eminentemente de inmigrantes", dice Helen Hughes, experta en migración del Centro de Estudios Independientes de Australia, con sede en Sydney, quien agrega que "mundialmente el país tiene el mayor porcentaje de nacidos en el exterior".

Australia recibe alrededor de 120 mil inmigrantes cada año. Este amasijo de nacionalidades embutidas en un solo país es lo que las autoridades se enorgullecen en calificar como "sociedad multicultural", y que se refleja, por ejemplo, en que no existen credos religiosos predominantes, o en que más de 4 millones de personas hablan otro idioma además del inglés.

Pero ¿cómo hace el gobierno para lidiar con esta verdadera torre de Babel? Hughes explica que a partir de los '90, y específicamente en el mandato del Primer Ministro John Howard, se han creado una serie de políticas en las que "respetando su derecho a tener sus propias creencias y costumbres se espera que los inmigrantes se vuelvan australianos".

Y es que para Australia los inmigrantes son también una necesidad, ya que la fabulosa maquinaria económica del país descansa en gran medida en su capacidad de trabajo.

El "experimento australiano" consiste en haber absorbido esa gran masa de nuevos ciudadanos para hacer de la isla-continente lo que es hoy: un país con uno de los mejores estándares de vida del orbe (5 ciudades figuran entre las 10 mejores del mundo para vivir), que ha permanecido casi inmune a las crisis económicas mundiales, con bajísimo desempleo, un gran nivel educacional y una estabilidad política que ha mantenido al Primer Ministro John Howard en el poder por cuatro periodos consecutivos.

El firme pacto con Washington

Clave por su posición geopolítica, Australia es uno de los aliados incondicionales de Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial ambos países sellaron un acuerdo que hoy tiene más vigencia que nunca: qué mejor ejemplo que Irak, guerra auspiciada por Washington que el gobierno australiano apoyó y a la que envió más de dos mil soldados.

"La piedra angular de la política exterior del gobierno australiano es la alianza con Estados Unidos", opina Robert Ayson, director de estudios de Defensa y Estrategia en la Universidad Nacional Australiana, quien dice que la "visión del Primer Ministro John Howard sobre asuntos internacionales es bastante similar a la de George W. Bush".

Precisamente, esa visión de mundo fue evaluada el pasado 13 de octubre, cuando Howard salió reelecto por tercera vez. El Presidente Bush respiró aliviado, ya que se trataba de un referéndum sobre uno de sus principales aliados, y también por las ofertas de su contrincante, el laborista Mark Latham, quien de ganar ofrecía retirar los efectivos australianos del país árabe. Pero su "hombre de acero" -como apodó Bush a Howard- pasó la prueba.
 

Australia tiene hoy una política migratoria abierta, pero ello no siempre fue así.

Hacia 1850 la fiebre del oro provocó que la isla comenzara a poblarse masivamente por colonos europeos, principalmente británicos e irlandeses en busca de fortuna. Este explosivo aumento de la población empujó las reformas políticas: en 1901 se fundó la "Commonwealth of Australia", un gobierno federal que mantenía su fidelidad a la corona británica, a la vez que establecía una ley migratoria conocida como "Australia Blanca", la cual fomentaba la inmigración europea y discriminaba a asiáticos y polinésicos.

"Esa ley fue creada para establecer una monocultura, una sociedad de una sola raza, todo lo contrario a una sociedad multicultural", cuenta Alan Mayne, director del Cultural Heritage de la Universidad de Melbourne, quien agrega que después de la Segunda Guerra Mundial esa norma se hizo incompatible con la declaración de Derechos Humanos de la ONU, por lo que fue abolida formalmente en 1973.

Fue entonces que comenzó el gran poblamiento de Australia, pasando de 7 millones de habitantes en 1940 a 19 millones hoy.

También cambió la composición de la población. "A partir de los años '90 el porcentaje de asiáticos ha ido aumentando mucho más rápido que la migración desde otros países", dice Mayne, quien afirma que cada vez son menos los inmigrantes británicos, mientras que aumentan las personas nacidas en Vietnam, China, Filipinas, Malasia e India.

Canguros con chupalla

Australia también es uno de los destinos favoritos para los emigrantes chilenos: en el país viven 45 mil chilenos. De hecho, la chilena es la colonia de habla hispana más grande de la isla.

De los residentes chilenos, 13% está desempleado (más del doble que el promedio australiano), y sólo el 15% tiene algún grado o diploma. Sin embargo, ello no les impide tener casa propia (más del 50%) ni tener ingresos mucho mejores que en Chile.

Eso es lo que algunos llaman el "sueño australiano".

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