Filipinas:
Pobreza y terrorismo, un amargo brebaje
Una
relativamente nueva y frágil democracia enfrenta dos de los peores
flagelos del siglo XXI.
ERIKA LÜTERS
GAMBOA
Las más
de siete mil islas paradisíacas que componen el archipiélago
de Filipinas pueden ser el destino soñado para miles de personas
en el mundo. Para los más de 86 millones de filipinos el anhelo
es otro: desterrar de esas mismas tierras la pobreza y el terrorismo.
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MISERIA
Un tercio de la población vive en condiciones de
marginalidad, no sólo en las zonas rurales, sino
que también en Manila, la capital
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Los fuertes
lazos que tuvo Filipinas con España hacen que, pese a la distancia
con América Latina y con Chile en especial, ambos países
tengan mucho en común. Y es que la familia filipina conserva
intactas varias de las costumbres que dejaron los navegantes españoles,
entre ellos Hernando de Magallanes, en 1521.
Quizá por esa influencia es que el carácter del filipino,
amable, abierto, festivo y hospitalario, se sienta cercano al de los
hispanoamericanos.
Convertida en república independiente desde 1946, durante 21
años Filipinas conoció la dictadura de Ferdinand Marcos
(1965-1986). De tinte nacionalista, durante su régimen nacen
las guerrillas comunista y musulmana que tantos quebraderos de cabeza
provocan en la actualidad a la Presidenta Gloria Macapagal-Arroyo.
La democracia, que retornó con el gobierno de Corazón
Aquino -a quien sucedió Fidel Ramos y luego Joseph Estrada- ha
sido débil al momento de desterrar la corrupción y superar
la pobreza.
La lucha antiterrorista ha sido una constante, desde que comenzaron
los secuestros masivos, en el año 2000, especialmente de turistas,
perpetrados por el grupo integrista Abu Sayyaf.
En forma paralela el gobierno enfrenta a la guerrilla del Frente Moro
de Liberación Islámica (FMLI) -escindido en 1978 del Frente
Moro de Liberación Nacional (FMLN)-, la guerrilla separatista
que intenta instaurar un estado islámico en Mindanao, en el sur
del país.
Pero ambos grupos no son comparables. "Hay que diferenciar entre
el grupo Abbu Sayyaf, que son terroristas puros, ante el Frente Islámico,
también muy radicales, pero que parecen ser los genuinos y principales
representantes de la población islámica", indica
el profesor Florentino Rodao, de la Universidad Complutense de Madrid.
Macapagal-Arroyo accedió al poder luego que el Presidente Joseph
Estrada fuera derrocado por un movimiento popular y acusado de corrupción
en 2001.
Reelecta en el cargo en mayo de este año, las cosas no han sido
fáciles para la Presidenta, quien a fines de octubre enfrentó
una amenaza de golpe de Estado encabezada por ex oficiales de rango
medio. Los militares expresaron su descontento por supuestas maniobras
corruptas del general Carlos García, subjefe del Departamento
de Finanzas de las Fuerzas Armadas acusado de desviar fondos a sus cuentas
personales de Estados Unidos.
La "Dama de Hierro" filipina decretó la alerta roja
de 116 mil efectivos, teniendo en mente el motín que puso su
gobierno en jaque en julio de 2003.
Con un total de 120 mil hombres, el Ejército filipino dispone
de un considerable peso político desde que en 1986 participó
en la revuelta popular que derribó a Marcos. Luego desempeñó
un papel decisivo en las movilizaciones que desterraron del poder a
Estrada.
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Los
tentáculos de Al Qaeda
Luego de los atentados contra Estados Unidos en
septiembre de 2001, el sudeste asiático
es considerado por expertos como el segundo frente
en la "guerra contra el terrorismo".
Y Filipinas no escapa a ese conflicto.
Abu Sayyaf (la espada de Dios), grupo fundado
a principios de los '90, es la más pequeña
pero más violenta de las organizaciones
armadas que luchan por un Estado independiente
musulmán en el sur de Filipinas.
El Departamento de Estado norteamericano le pidió
el año pasado al Instituto de Paz de Estados
Unidos (IPEU) que actuara como facilitador de
las conversaciones de paz entre Manila y el Frente
Moro de Liberación Islámica para
terminar con el preocupante conflicto de treinta
años de duración.
El director ejecutivo de ese proyecto del IPEU,
Eugene Martin, señala que "Filipinas
ha enfrentado la existencia de insurgencia interna
y grupos terroristas por muchos años. El
Ejército Nacional del Pueblo del Partido
Comunista de Filipinas se ha vinculado con el
terrorismo, mientras algunos rebeldes musulmanes
han establecido lazos con Al Qaeda y su afiliado
en el sudeste asiático, Jemaah Islamiya".
Para el experto, "el separatismo musulmán
en Filipinas es alimentado por la pobreza, la
falta de oportunidades económicas y una
sensación de amenaza a la cultura y religión
de los moros. Los filipinos musulmanes buscan
proteger su estilo de vida respecto de la cultura
mayoritaria. Aunque algunos musulmanes quieren
la independencia de Filipinas, un acuerdo de paz
que les permita mejorar su calidad de vida y proteger
su cultura podría ayudar a terminar con
el conflicto". |
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Cadena
de corrupción
Pero la institución no ha estado ajena a la cadena de corrupción
que rodea la vida política filipina, país que figura en
el puesto 43 entre los 146 más corruptos del mundo, según
la organización Transparencia Internacional.
"El país enfrenta desafíos con respecto a su seguridad
interior y de aplicación de la ley y el orden, además
de un demoledor déficit de su presupuesto y una serie de presiones
provenientes de la guerra contra el terrorismo. Los continuos riesgos
económicos y políticos han socavado la confianza de los
inversionistas. Las tasas de crecimiento son positivas, pero no lo suficientemente
fuertes para aliviar la pobreza", asegura David Wiencek, presidente
del Grupo de Seguridad Internacional, una consultora con sede en Washington
D.C.
La jefa del Estado puso como metas de su mandato alcanzar un crecimiento
económico del 7 por ciento, reducir el nivel de la pobreza a
un 17 por ciento (en la actualidad el 40 por ciento de la población
vive bajo el umbral de pobreza), la creación de empleo, modernizar
los transportes y bajar los precios de los alimentos y la electricidad.
Sin embargo, Wiencek señala que "hasta que la confianza
sea restaurada, el país continuará enfrentando importantes
retos económicos para su desarrollo".
El gobierno de Manila se ha distinguido por sus buenas relaciones con
Washington, especialmente en la cooperación que le ha brindado
EE.UU. en entrenamiento para la lucha antiterrorista y equipamiento
y fondos para el desarrollo económico en Mindanao y el proceso
de paz con el rebelde FMLI.
Washington designó a Filipinas como un importante aliado fuera
de la OTAN, "algo que abre la posibilidad de futuras investigaciones
militares en conjunto, así como acceso especial a equipamiento
de defensa estadounidense", según Wiencek.
Sin embargo, tras el secuestro de un chofer filipino en Irak, Manila
fue el primero de los miembros de la coalición que acepta las
demandas de los secuestradores y retira su personal militar.
"Esta decisión fue amargamente criticada por Estados Unidos
y otros miembros de la coalición en Irak, sobre la base de que
la capitulación ante los terroristas podría sólo
traer más amenazas", asegura Wiencek.
Esa misma fuerza que la llevó a sacar las tropas de Irak y enfrentar
a su principal aliado deberá tener la Presidenta para revertir
la pobreza y controlar al terrorismo, los tragos más amargos
de los filipinos.
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