Perú:
Donde lo ancestral choca con la modernidad
Aunque
la economía se mantiene firme, al país le pesa la falta
de partidos políticos fuertes, capaces de canalizar las ideas.
ERIKA LÜTERS
GAMBOA
Desde las
alturas de Machu Picchu hasta las misteriosas líneas de Nazca,
todo en Perú recuerda el inmenso patrimonio arqueológico
que revive un pasado cultural riquísimo.
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HERENCIA
El Presidente Toledo ha enarbolado siempre, incluso en los
actos de gobierno, sus raíces indígenas y
su apego a las costumbres incas. |
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Pero el
ciudadano de hoy, descendiente de esa sociedad altamente organizada,
con tradiciones y costumbres regidas por el respeto a la naturaleza,
vive actualmente una realidad muy distinta.
El subdesarrollo y sus consecuentes conflictos sociales fueron el problema
central para todos los gobiernos que tuvo el país durante el
siglo pasado.
Y la necesidad de superar la pobreza y la búsqueda de oportunidades
fue el constante desafío de los presidentes sentados en el Palacio
de Pizarro.
En las décadas de los 80 y 90, la aguda crisis social que vivieron
los sectores más desposeídos propició el nacimiento
de los movimientos subversivos.
Quince años de convivir con el terrorismo de Sendero Luminoso
y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, además de
la muerte de 70 mil personas, dejó una profunda huella en el
país.
Junto al impacto de esos movimientos subversivos, las políticas
populistas que se aplicaron durante los 80, específicamente en
el gobierno de Alan García (1985-1990), llevaron a Perú
a la hiperinflación.
Según sus críticos, García dejó al país
en un estado "desastroso", pero hoy la situación es
distinta. Perú vive sin mayores sobresaltos, al menos a nivel
macroeconómico, con un crecimiento sostenido del 4% y con exportaciones
que se elevan sobre el 35%.
Panorama que, algunos, agradecen a las políticas económicas
de Alberto Fujimori, quien fue electo en 1990.
Con la promesa de derrotar a como diera lugar al terrorismo que desangró
al país, este ingeniero de origen japonés se hizo con
el poder total al cerrar el Congreso en 1992 y decretar un gobierno
de emergencia.
Luego de una interpretación de la constitución calificada
de "antojadiza" por sus contrarios, fue reelecto por segunda
vez en el año 2000. Junto a él, la siniestra figura de
su cercano asesor Vladimiro Montesinos, comenzó a salir de las
sombras hasta conocerse el verdadero poder que tenía al interior
del gobierno.
El pueblo exigió nuevas elecciones, para lo cual se estableció
el gobierno de transición del Presidente Valentín Paniagua.
Alejandro Toledo, un outsider de la política como lo fue Fujimori,
fue el que aunó las fuerzas contra el "chino", hasta
que llegó a la presidencia en julio de 2001.
Bajo su mando la economía se ha mantenido estable, pero su gobierno
ha tenido un fuerte desgaste. Toledo tiene una popularidad que apenas
se empina sobre el 10%, mientras que otras fuerzas han cedido posiciones
a un renaciente fujimorismo.
"Toledo dejará la imagen de un gobierno que no fue malo,
que tuvo algunos logros, pero que será recordado porque tuvo
una enorme oportunidad de hacer grandes cambios y desgraciadamente no
los hizo por su improvisación, falta de liderazgo y de ideas",
señala el analista Martín Tanaka, del Instituto de Estudios
Peruanos.
"Tuvo un capital político enorme y no lo supo aprovechar
y eso demuestra que si bien los partidos políticos generan desconfianza,
irse por el lado de un líder no político, improvisado,
también tiene sus costos", remata.
A la falta de liderazgo a que hace referencia Tanaka se suma una deficiente
institucionalidad. "Las instituciones no funcionan o lo hacen mal.
Tenemos una sociedad que no está representada y por eso los conflictos
sociales son más agudos. Es un país muy informal, en el
plano político, económico y social", explica el sociólogo
Alberto Adrianzen.
Recordando al alcalde de Puno, que fue linchado por el pueblo, el sociólogo
remarca que "es una sociedad con estallidos sociales, aunque no
tan grandes como el ocurrido en Bolivia".
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Senderismo
a la colombiana
Al grupo terrorista Sendero Luminoso se le atribuyen
muchos de los males de la sociedad peruana, tanto
en lo económico como en lo social. Junto
a la pérdida irreparable de vidas humanas
y al trauma provocado en la ciudadanía,
su accionar causó daños económicos
a todo nivel: en la agricultura, la infraestructura
y hasta en el turismo
Su líder, Abimael Guzmán, aguarda
actualmente un nuevo juicio luego de que se disolviera
el tribunal que lo juzgaba debido a que los magistrados
a cargo, contraviniendo las disposiciones legales,
emitieron públicamente opiniones sobre
el reo.
Pero el senderismo no está terminado. Según
el experto Jaime Antesana, ellos se han adaptado
a los nuevos tiempos: "Ya no matan. Usan
uniforme. Tienen mejores armas y dólares
para comprarlas. Todo esto hace que cada vez más
se parezcan a las FARC". Además, el
grupo ha logrado una convivencia con los cocaleros
más radicales, aunque ello no significa
que los campesinos se les hayan unido, dice. |
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Campaña
electoral
Los casos de corrupción en los que estarían involucrados
varios parientes de Toledo han puesto un ladrillo más al muro
que se levanta entre la gente y la desprestigiada clase política.
Y aunque aún falta para las elecciones de 2006, en el Perú
actual todo comienza ya a girar en torno a esa campaña electoral.
Aunque algunas encuestas le den ventaja a Fujimori, éste está
imposibilitado de ejercer funciones públicas por 10 años
y si regresa desde Japón será detenido. Los analistas
señalan que el apoyo popular a Fujimori es una especie de sanción
del electorado en contra de la clase política y los partidos
que se hicieron cargo de la democracia luego de la caída del
"chino", demostrando una ineptitud general.
Así las cosas, se abre el camino para "el encantador de
serpientes", como le dicen a Alan García.
"Creo que García ha sido muy hábil en hacer una autocrítica,
reconocer errores y dar la imagen de ser un estadista que ha aprendido
de estos desaciertos, lo que constituye su activo político",
expresa Adrianzen.
Pero como aún falta mucho camino que recorrer, Toledo tiene tiempo
para seguir rogándole a los "apus", los dioses ante
los cuales juró simbólicamente en Machu Picchu cuando
asumió el poder, para que le den el respaldo que necesita a fin
de desarrollar su tarea, a juicio de muchos, aún inconclusa.
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