Rusia:
Un gigante en vías de despertar
Pese
al notable crecimiento macroeconómico, la pobreza sigue siendo
una lacra que impide el desarrollo. La guerra en Chechenia es el otro
gran problema.
JAVIER
MÉNDEZ ARAYA
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Rusia
quiere mostrar hoy que es un socio confiable. En la foto,
guardias en las afueras del Kremlin, en Moscú. |
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Con luces
y sombras llega Rusia, la máxima heredera de la desaparecida
URSS, a esta cumbre de la APEC en Santiago.
En el plano macroeconómico y tras un período crítico
a fines de la década de los años 90, cuando aún
no cristalizaban las reformas iniciadas tras el desplome del comunismo,
Rusia quiere hoy estar en sintonía con sus socios del foro Asia
Pacífico y del Grupo de las Ocho naciones más industrializadas
del mundo.
Por de pronto, exhibe un sólido y sostenido crecimiento de un
7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y sus alianzas comerciales
con grandes bloques como la Unión Europea (UE) y la APEC tienden
a consolidarse.
Rusia no quiere ser más el “pariente pobre” del mundo
globalizado, aquel gris país ex soviético y que muchos
relacionan todavía con el sistema estatal, el Partido Comunista
y el KGB.
Rusia desea ahora recuperar el protagonismo que en su tiempo tuvo la
fenecida URSS. Y para eso, al éxito económico, le ha añadido
una hábil estrategia diplomática que le ha permitido a
Moscú ganar socios en los foros internacionales con el mensaje
de un “mundo multipolar”, contrario al predominio de una
sola potencia.
Además, superadas las diferencias con EE.UU. por la guerra en
Irak, Moscú ha renovado lazos estratégicos con el reelecto
Mandatario George W. Bush, en otra muestra de la importancia que la
Casa Blanca le otorga al gigante ruso en la lucha contra el terrorismo
internacional.
En el frente interno, las cosas marchan “como un reloj”
para el Presidente Vladimir Putin, quien mantiene firme las riendas
del poder con un amplio apoyo ciudadano y político, que se traduce
en una mayoría absoluta en la Duma o Cámara de Diputados,
lo cual le permite impulsar sin problemas sus reformas políticas
y administrativas.
Sombras
Pero no todo es “miel sobre hojuelas” para Rusia y se advierten
grandes problemas, que de algunas formas la hacen estar a la zaga de
sus socios industrializados.
El “avispero” de Chechenia y su secuela de terrorismo es
uno de los más graves.
Luego de dos cruentas guerras, las tropas federales permanecen empantanadas
en la república caucásica, sufriendo sistemáticas
bajas.
El “baño de sangre” en la escuela de Beslán,
en septiembre último, demostró dramáticamente que
Moscú está lejos de poder controlar la situación
en la conflictiva zona.
“El plan de Putin de intentar estabilizar Chechenia con la fuerza
militar y con autoridades locales prorrusas no ha dado resultados. Al
contrario, ha aumentado la amenaza de que los terroristas intenten desestabilizar
otras repúblicas circundantes. El ataque en Osetia del Norte
puede ser el presagio de nuevas acciones”, sostiene Nikolas Gvosdev,
analista de National Interest, en Washington.
En el ámbito político interno, el enorme poder acumulado
por Putin, quien gobierna sin contrapeso a niveles jamás vistos
desde la era soviética, ha levantado una ola de críticas,
las que tienen resonancia en el exterior.
Diversos sectores denuncian una clara regresión del proceso democrático
y acusan a Putin de autoritario y de querer silenciar a la prensa independiente
y a la disidencia.
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Estrechas
relaciones
Tras el advenimiento de la democracia en Chile,
las relaciones con Rusia fueron restablecidas
en el año 1990.
Desde entonces, se ha visto un notable crecimiento
de la cooperación entre ambos países
en las áreas económicas, culturales
y científicas.
Así, por ejemplo, se creó la Cámara
Chileno-Rusa de Comercio en el año 1996,
y Rusia lanzó el primer satélite
chileno al espacio. En la actualidad, Moscú
está dispuesto a prestar su asistencia
técnica para el lanzamiento de nuevos satélites
chilenos, desarrollar cooperación en astrofísica,
medicina espacial, exploración de los recursos
naturales, entre otras materias.
Los lazos políticos se incrementaron en
los últimos años y en octubre de
2002, el Presidente Lagos realizó una visita
oficial a Rusia. Nuestro país ha recibido
la visita de destacados personeros como el ex
canciller Igor Ivanov y el presidente de la Duma,
Guennady Selezniov, entre otros.
En el plano de comercio bilateral, Rusia es para
Chile el socio comercial número 48 en orden
de importancia. Las exportaciones nacionales alcanzan
el orden de 41,2 millones de dólares y
las importaciones, 24 millones.
Entre los principales negocios que le interesan
a Rusia está la banca, el petróleo,
el gas y la venta de tecnología para los
rubros militar, minero y de pesca. |
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Mencionan
también la disputa del Mandatario con los grandes empresarios
rusos, los denominados oligarcas.
“Rusia no es una verdadera democracia. El país tiene algunas
instituciones democráticas, pero lo que en realidad Putin ha
formado es un estado semiautoritario. Es decir, restauró el sistema
soviético de gobierno, con algunos elementos de democracia”,
señala el analista ruso Alexander Grigoryev, de la agencia ProFile,
en Washington.
Para Eugenia Fediakova, politóloga rusa y académica del
Instituto de Estudios Avanzados, la actitud autoritaria del gobierno
de Putin responde a factores en los que se juega la estabilidad de la
federación.
“Putin debe proteger al país de las tendencias centrífugas
que abogan por el separatismo y de la ambiciones de los grandes magnates
económicos”, sostiene.
Y es precisamente en el plano económico interno en donde estaría
el talón de Aquiles del gobierno de Putin, pues los alentadores
índices macroeconómicos no han significado el fin del
rezago en el desarrollo social. Cifras oficiales indican que 31 millones
de rusos, casi la quinta parte de la población del país,
vive por debajo del nivel oficial de pobreza, es decir, con ingresos
mensuales per cápita inferiores a los 72,5 dólares.
Putin quiere modernizar al país y, mediante sus reformas, pretende
introducir un nuevo sistema de seguridad social, mejorar la sanidad
pública, impulsar el mercado de trabajo y transformar el sistema
de pensiones y educativo.
El gobernante espera concretar esos ambiciosos planes mediante una mayor
apertura a las inversiones extranjeras, el ingreso a la Organización
Mundial de Comercio (OMC) y el mantenimiento de un sistema económico
de mercado.
Para Gvosdev, esta tarea no será fácil puesto que la economía
de mercado en Rusia funciona sólo en la teoría. “En
la práctica, existen monopolios, oligarquías y corrupción
que sofocan e impiden la verdadera competencia”, sostiene.
Eugenia Fediakova añade que los años venideros serán
determinantes. “Putin deberá mantener un difícil
equilibrio. Por un lado, tendrá que modernizar un enorme país,
que es absolutamente heterogéneo. Por otro, deberá aplicar
las medidas económicas y políticas en un grado justo,
de manera de no provocar una explosión social”.
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