Canadá:
La otra tierra de las oportunidades
El
otro gigante norteamericano posee una de las economías más
sólidas del planeta y un sistema político estable.
JAVIER
MÉNDEZ ARAYA
"Canadá
es un país de grandes oportunidades para aquél que quiera
desarrollarse y surgir. Aquí hay inmigrantes de diversas partes
del mundo y nadie es discriminado. Todos gozan de los mismos derechos
que los canadienses".
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POTENCIA
ECONÓMICA
Canadá es una de las ocho naciones más industrializadas
del mundo. En la foto, una vista de la pujante ciudad de
Vancouver.
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La opinión
de la académica chilena Fresia Castillo es elogiosa para el país
que la cobija desde hace 29 años, cuando viajó en busca
de un futuro mejor. Aunque dice que extraña a su familia que
quedó en su Iquique natal, la profesional sostiene que Canadá
constituye un muy buen lugar para vivir y progresar, pues tiene un estándar
de vida como pocos en el mundo, además de numerosas bellezas
naturales como extensos bosques, parques y lagos.
Por de pronto, enfatiza que no existen diferencias entre canadienses
y extranjeros, cuyos hijos pueden ir a la universidad, estudiar lo que
deseen y optar a buenos empleos. "Y no sólo eso, sino que
también gozan de la prerrogativa de utilizar el sistema de salud,
que es excelente, pues cubre todas las enfermedades y operaciones, y
con medicinas a muy bajo precio".
Las palabras de Fresia Castillo reflejan lo que para nadie es un misterio:
Canadá es actualmente un líder en el concierto internacional,
en lo económico, político, social y cultural.
Con una extensión de casi diez millones de kilómetros
cuadrados, es el segundo país más grande del mundo, con
una población de algo más de 30 millones de habitantes.
Muchos canadienses se ufanan de que uno de sus "activos" más
importantes como nación es el multiculturalismo, que le ha permitido
cimentar excelentes vínculos comerciales y políticos con
países de distintas regiones.
Sin embargo, hay algunos que piensan que la inmigración no ha
sido un fenómeno del todo positivo, pues generó como efecto
secundario un debilitamiento de la identidad nacional.
"Se fortaleció el proceso de una 'política étnica',
que ha sido contraproducente para nuestro sentido de alcanzar un objetivo
nacional y una posición común y más firme en importantes
temas internacionales", sostiene Michael Walker, director ejecutivo
de The Fraser Institute, un centro de estudios políticos con
sede en la ciudad de Vancouver.
En el plano político, Canadá es un país estable
y ajeno a grandes turbulencias internas. Reconoce a la reina de Inglaterra
como su soberana constitucional, pero maneja independientemente su política
interior y exterior.
Su gobierno es parlamentario, con una Cámara de los Comunes generada
por votación popular en sistema mayoritario, resultando elegido
el candidato que obtenga mayor votación en cada una de las 301
circunscripciones.
Salvo disolución anticipada de la Cámara, los legisladores
duran cuatro años en sus cargos. Además existe un senado
de 105 miembros, designados por el Gobernador General (representante
del monarca), a proposición del Primer Ministro. Revisan las
propuestas de los Comunes, pero no pueden aprobar mayores gastos.
Sistema federal
Las provincias de Canadá se rigen por un sistema federal y cada
uno elige su propio gobierno y parlamento, también de cuatro
años de duración.
Paul Martin, del Partido Liberal, asumió a fines del año
pasado el cargo de Primer Ministro, en reemplazo de Jean Chrétien,
quien estuvo 10 años al frente del Ejecutivo canadiense.
Casi un cuarto de los 30 millones de habitantes es de origen francés
y está muy concentrado en dos provincias: Québec, donde
el 93 por ciento de sus siete millones de habitantes es francófono,
y Nueva Brunswick, con un tercio de sus 800 mil habitantes de origen
galo.
Hace cuatro décadas, estos gobiernos provinciales comenzaron
a presionar a Ottawa para que concediera más libertades, sobre
todo en el aspecto económico, separándose de las directrices
del gobierno federal.
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Fuertes
lazos económicos
Por muchos años, Canadá estuvo prácticamente
ausente del escenario latinoamericano. Sólo
a fines de la década de 1980, y sobre todo
después de su ingreso a la OEA en 1990,
decidió emprender una política de
aproximación hacia la región.
En este contexto, la relación chileno-canadiense
aparece como un punto alto, sobre todo después
de la firma de un Tratado de Libre Comercio en
1997.
Canadá es una de las naciones líderes
en el comercio internacional y el séptimo
mayor importador y exportador del mundo. De ahí
la importancia del tratado para Chile.
Desde la firma de éste, según cifras
oficiales, el comercio bilateral ha aumentado
en un 67%, alcanzando el año pasado transacciones
por US$ 840 millones en sectores tan variados
como la petroquímica, la energía,
industrias forestales y acuicultura.
Para el embajador Bernard Giroux aún existe
un amplio margen para lograr mayores índices
de crecimiento y desarrollo bilateral en el futuro.
"Canadá es el tercer inversionista
extranjero en Chile. Eso habla de una estrecha
relación comercial y como socios del APEC
hacemos esfuerzos para liberalizar el comercio
en la zona del Asia-Pacífico". |
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En este
contexto, Québec comenzó a reclamar un reconocimiento
como algo único y distinto con respecto al resto de Canadá.
Incluso una posible secesión estuvo en el centro de los debates
electorales, pero en los comicios del año 2003 el electorado
quebequense confirmó su posición federalista.
Autonomía
regional
"Este hecho nos confirma que no existe peligro de secesión
de Québec que, al igual que otras provincias, tiene plena autonomía
para decidir aspectos tan importantes como, por ejemplo, el monto de
los impuestos", explica el embajador canadiense en Chile, Bernard
Giroux.
Sin embargo, hay quienes señalan que el sensible tema de las
regiones constituye uno de los máximos desafíos para las
autoridades centrales de Canadá.
Esmeralda Thornhill, académica de la facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Dalhousie, en Halifax, señala: "Uno
de los principales objetivos será cómo compatibilizar
las distintas visiones regionales, en asuntos vitales como los impuestos,
pensiones y asistencia médica. Esto es importante para que el
país siga por la senda de la estabilidad, como hasta ahora".
Un aliado para la paz
En política exterior, Canadá es un férreo defensor
de los valores de la democracia y los derechos humanos y le asigna una
importancia fundamental a la preservación de la paz y la seguridad
internacionales a través del diálogo y la cooperación.
El embajador Bernard Giroux dice que un buen ejemplo es el envío,
en febrero pasado, de tropas a Haití a solicitud de la ONU para
ayudar a estabilizar la caótica situación en el país
caribeño. "Canadá siempre estará dispuesta
a colaborar en misiones de carácter humanitario", añadió
el diplomático.
"En el tema de Irak, Canadá, al igual que Chile, con el
cual compartimos valores similares, decidió no apoyar la guerra,
lo cual demuestra una clara vocación pacifista", puntualizó
Giroux.
Sin embargo, enfatizó que Ottawa apoya decididamente la lucha
contra el terrorismo internacional y, por tal motivo, hay ahora 700
soldados canadienses desplegados en Afganistán y 1.500 marinos
y cuatro buques de guerra en la región del Mar Arábigo.
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