“Tigre asiático”:
La isla donde nació el “hecho en Taiwán”

Con uno de los PIB per cápita más altos de la región, esta economía apuesta por la tecnología y el libre mercado.

ALBERTO ROJAS MOSCOSO

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“Made in Taiwan”. Esta fue la emblemática frase con la que los primeros productos de esta economía asiática salieron al mundo. En menos de tres décadas esta isla pasó de fabricar juguetes baratos, artículos de plástico de dudosa calidad y ropa, a compartir el liderazgo en la producción y exportación de insumos informáticos. Basta decir que hoy Taiwán produce el 70 por ciento de los computadores portátiles del mundo y el 30 por ciento de las pantallas de cristal líquido.

La Torre Taipei 101 supera en altura a las Torres Petronas de Malasia y se ha convertido en el símbolo del Taiwán moderno.
 

Conocido como uno de los primeros “tigres asiáticos”, Taiwán está dentro de las economías más dinámicas del Este de Asia, y ocupa el lugar 14 en el ranking de socios comerciales de Chile, con un intercambio comercial (importaciones más exportaciones) de US$ 861 millones entre enero y septiembre de 2004. Actualmente la balanza comercial entre ambas economías es de US$ 592 millones, a favor de Chile.

“Taiwán tiene mucho que ofrecer en el área de tecnología de la informática”, explica Derek Mitchell, analista en temas del Este de Asia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por su sigla en inglés). “Hoy está produciendo muchos componentes (para la industria de la computación) y alta tecnología para uso médico”.

Además, el explosivo desarrollo del mercado de las telecomunicaciones ha permitido que en una isla con casi 23 millones de habitantes haya poco más de 25 millones de teléfonos celulares.

División histórica

Taiwán nació de las cenizas de la guerra civil que desgarró China durante la primera mitad del siglo XX. La confrontación entre las fuerzas comunistas lideradas por Mao Zedong y el sector nacionalista encabezado por el general Chiang Kai-shek vivió su etapa decisiva entre 1946 y 1949.

Los nacionalistas fueron derrotados y Chiang organizó el éxodo de dos millones de personas que dejaron el territorio continental y se refugiaron en la entonces isla de Formosa.
La comunidad internacional de la época se inclinó por dar su apoyo a las autoridades del Partido Nacionalista chino (Kuomintang) de Chiang y no a las fuerzas de Mao. Pero a comienzos de la década de los ’70 la situación cambió radicalmente, coincidiendo con la apertura del régimen de Mao y la visita del Presidente estadounidense Richard Nixon a China, que ya era una potencia nuclear.

Taiwán perdió su puesto en la ONU (nunca se aceptó la tesis de “dos Chinas”), el cual fue ocupado por la República Popular China, que además pasó a ser el quinto miembro permanente del Consejo de Seguridad.

En ese contexto, Beijing considera que la isla siempre ha sido una “provincia rebelde” y que es parte de China, pero Taiwán rechaza este postulado.

Tras la reincorporación de Hong Kong (1997) y Macao (1999), el régimen de Beijing ha ofrecido la reunificación con Taiwán bajo un estatuto semejante al de Hong Kong, llamado “Un Estado, dos sistemas”. Es decir, la mantención de una economía de libre mercado, pero bajo el gobierno de Beijing, situación que Taiwán no acepta.

“En este momento no hay ningún entendimiento ni diálogo. Esto ha durado 55 años, pero no hay esperanza de resolución hasta que Taiwán o China flexibilicen su opinión”, dice John Tkacik, analista en temas asiáticos de la Institución Heritage.

No obstante, en el plano económico China es el principal destino de las exportaciones taiwanesas con el 25,3 por ciento, seguido de EE.UU. con el 20,5 por ciento y Japón con el 9,2.

Polémica

Actualmente, de los 191 países miembros de la ONU, sólo 26 -fundamentalmente de América Central y África- reconocen a Taiwán como un Estado-nación, mientras que el resto del mundo, incluyendo a Chile, reconoce y mantiene relaciones diplomáticas plenas con la República Popular China.

Precisamente la ayuda económica taiwanesa a Centroamérica en el último tiempo ha generado acusaciones de corrupción en Costa Rica, Panamá y Nicaragua. Esto llevó al Parlamento de Taiwán a congelar el presupuesto que la Cancillería destina en ayuda a estos países y que asciende a US$ 41 millones, destinados a 13 países en América Latina.

A pesar de ello, hace años que esta economía goza de un consolidado lugar como sinónimo de libre comercio e inversiones a nivel mundial. La prueba definitiva de que las etiquetas de “Made in Taiwan” sí funcionaron.

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