Fue el responsable de transformar la Unión Soviética de un país rural a una potencia industrial, lo que ayudó a elevar considerablemente el nivel de vida de los ciudadanos.
Sin embargo, es también el responsable de liderar un régimen totalitario y la instauración de una política del terror, que consistía en aterrorizar a la población, por medio de la represión policial.
Fue el líder de la Unión de Repúblicas Soviéticas y del Partido Comunista desde 1920 hasta su muerte en 1953.
La Segunda Guerra Mundial
Cuando supo que fue traicionado por Adolf Hitler, y tras el ataque de tres millones de alemanes a la URSS en la Segunda Guerra Mundial, se dice que buscó refugio en el Kremlin y que sólo después de 10 días puedo reaccionar.
Con el objetivo de hacer frente a la invasión, buscó apoyo en el pueblo creyente. Sumido en la desesperación, suspendió la campaña que obligaba el ateismo y permitió el resurgimiento de la Iglesia Ortodoxa.
Ante eso, el pueblo soviético se unió a la lucha y a la figura de Stalin, lo que sorprendió a Hitler, quien hasta ese momento creía que los ciudadanos le darían la espalda y que la Unión Soviética no soportaría más de seis meses de invasión.
Para hacer frente al ataque alemán, Stalin optó por dar cierta independencia en la toma de decisiones a sus generales, lo que permitió una rápida reacción de las tropas.
A pesar de esto, en 1941 el ejercito alemán estuvo a 42 kilómetros de Moscú y aunque el colapso era inminente, Stalin permaneció en la ciudad, para organizar el contra ataque soviético.
Aunque la cantidad de bajas fue enorme, el ejército de Stalin pudo recuperarse y lograr el triunfo en importantes batallas. Las victorias llevaron a que en mayo de 1945 las fuerzas de Stalin fueran las primeras en entrar a Berlín, forzando el suicidio de Hitler.
Al finalizar la guerra, Stalin fue visto como un gran líder, aunque siempre fue querido por unos y odiado por otros.