Parque Nacional Queulat

La ruta hacia el Queulat

En el siglo XVI y cuando los españoles comenzaban a conquistar Sudamérica, un capitán dijo haber encontrado una ciudad bañada en oro. Desde ahí la Ciudad de los Césares pasó a convertirse en un mito que se aloja dentro del parque nacional. A continuación, un mapa para encontrar el tesoro perdido.

por José Pablo Harz - Fotos: Andrés Gómez Espinosa
LUNES 20 DE ABRIL DE 2015
Conoce el Parque Nacional Queulat

La primera versión de esta historia data de 1526. El capitán español Francisco César llegó con la noticia luego de ser enviado a abrir rutas hacia las Islas Molucas en Indonesia a través del Estrecho de Magallanes: una ciudad cubierta de oro y habitada por Incas desterrados los esperaba en el sur del continente. La euforia de los altos mandos en principio fue tan grande como las continuas decepciones que, viaje a viaje, se producían al no poder encontrarla. Después de eso hubo adaptaciones de todo tipo para describir o intentar explicar qué es o fue realmente la Ciudad de los Césares. Cronistas, sacerdotes y profesores ensayaron con la posibilidad de que esta ciudad realmente haya existido. Otros, como el Premio Nacional de Literatura Manuel Rojas, la utilizaron para darle vida a obras de ficción. Así, esta cuidad pasó a formar parte de la lista de lugares míticos como la Atlántida y El Dorado, sólo que con menos éxito en Hollywood.

Cuando las ingenuas esperanzas aún existían, los terrenos donde actualmente se ubica el Parque Nacional Queulat eran una de las zonas más rastreadas por los españoles. Su belleza coincidía con los relatos de César y sus espesos e infranqueables bosques daban para pensar que cualquier cosa se podía esconder ahí. Cinco siglos después ese lugar recibe más de 15 mil visitantes al año que no se encandilan precisamente con oro; la diversidad de atractivos naturales y de actividades que se pueden realizar lo alzan indiscutidamente como el área protegida más imponente de la Carretera Austral. Un tesoro cuyo mapa está disponible para todo aquel que tenga ganas de embarcarse en la empresa.

Datos del parque
  • Ubicacion: 170 km. al noreste de Coyhaique
  • Superficie: 154.093 hectáreas
  • Cuándo: Todo el año
  • Atracción: Ventisquero Colgante
Actividades

Si la travesía se hace de norte a sur, la primera parada obligada es en el sector Pangue. Aquí se encuentra el trekking más exigente e interesante. Son poco más de once kilómetros (ida y vuelta) por medio del bosque siempreverde, donde la primera mitad es una intensa y húmeda subida por un sendero de escaleras que ayuda a no sufrir con la inestabilidad del terreno provocado por las lluvias. Luego la soledad arropa el lado menos concurrido del Queulat. Los ñirres, helechos, coigües, hongos gigantes, diversas aves y un pequeño arrollo que cruza el valle son la única compañía en un lugar donde la primera impresión que entrega es la de estar perdido en el medio de la nada. La última parte es un sinuoso camino que poco a poco va develando el reflejo de la laguna Los Pumas, el objetivo final del viaje y el sitio ideal para pescar, refrescarse y comer algo antes de emprender el retorno. Una vez de vuelta la jornada puede terminar acampando a los pies del Lago Risopatrón, donde la Conaf dispone de zonas bastante equipadas para pasar una buena noche por precios razonables.

Sólo unos cuantos kilómetros más adelante está la zona más conocida del Queulat. Aquí hay guardaparques, centro de información, quinchos para hacer asados, paseos en bote por la verde y lechosa Laguna Témpanos, senderos interpretativos y educativos, pero por sobre todo hay un glaciar que se roba toda la atención y se deja ver desde prácticamente cada rincón de este sector. El Ventisquero Colgante es la atracción principal del parque, con distancia. Hay cuatro senderos que permiten observar el ventisquero desde distintos ángulos y con diferentes actores de reparto para la foto de rigor. El que concluye más cerca del hielo tiene una longitud de siete kilómetros y entrega la experiencia de inmiscuirse por el bosque y respirarlo. Al final hay un mirador que, independiente de la época del año, tendrá mucha gente desenfundando cámaras para esperar el momento justo en que el glaciar truene y se produzca un espectacular desprendimiento. Si se prefiere la tranquilidad y evitar las improvisadas colas para quedar en primera fila, el sendero que lleva a la Laguna Témpanos toma unos diez minutos y presenta, quizá, la mejor vista del ventisquero. El particular color del agua como base da paso a un paredón que por los lados está cubierto con un espeso bosque y por el centro es atravesado por potentes cascadas que dan la impresión de caer en cámara lenta. En la cima todo lo coronan toneladas de hielo milenario.

Entre ambos sectores los kilómetros acumulados en las zapatillas pueden sobrepasar fácilmente los veinte en dos días y no precisamente en una pista de atletismo. Por eso, la tercera parte de la aventura bien vale hacerla arriba del auto o de una bicicleta. Más allá de la majestuosidad del ventisquero, recorrer la Cuesta Queulat es una experiencia única. Las cascadas aparecen como tatuajes en las inmensas paredes verdes; las cumbres de las montañas mezclan los blancos de la nieve con los particulares azules de los glaciares; y los ríos se cuelan por debajo de un camino de ripio en que los hoyos pasan a segundo plano. Todo eso se va repitiendo una y otra vez. Metro a metro. Con distintas combinaciones para generar distintas postales, que a menudo son retratadas por artistas que se paran con su atril en la orilla del camino para intentar plasmar la originalidad de un lugar que hace 500 años era indicado como la guarida de una ciudad de oro. Independiente de si el capitán César inventó, vio o quiso ver algo, la suerte estuvo del lado de Chile y el verdadero tesoro se quedó en casa.

Sigue el viaje en el Facebook oficial de la aventura.

Caminar por Santiago. Recorrer la Alameda entera e inmiscuirse en cada una de las calles que la cruzan. Visitar a pie las comunas de Puente Alto, Colina y Peñaflor. Terminar y darse cuenta que completaste una travesía de 70 mil hectáreas que conforman la capital de Chile.

#Parques2015 es algo así, pero 128 veces más grande. Los edificios y el cemento cambiarán por más de 9 millones de hectáreas conformadas por alerces milenarios, lagunas vírgenes, áridos desiertos, glaciares en peligro, pumas e historias desconocidas hasta ahora.

Serán cinco meses de recorrido por los 36 Parques Nacionales del país. Un viaje que contempla 12 mil kilómetros de trayecto por tierra, además de otros ocho mil kilómetros por mar y cielo.

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