Si el barón Pierre de Coubertin sufrió al observar cómo los juegos se perdían bajo el ruido de la Feria Mundial de 1900 en París, cuando los organizadores repitieron la fórmula para el 1904, simplemente no se dio el trabajo de viajar hasta Saint Louis, Estados Unidos, para asistir al evento.
La Feria Mundial de Louisiana, más que una ayuda, fue un evento comercial que volvió a dejar en segundo plano a la competencia olímpica, que contó con la participación de menos atletas y la mitad de países que en la cita anterior. Las distintas disciplinas se llevaron a cabo en más de cuatro meses de plazo y con deportistas mayormente estadounidenses, ya que muchas naciones desistieron de participar por el alto costo de transporte.
Uno de los consuelos fue la primera presencia de atletas africanos, que por casualidad se encontraban en la feria y participaron en la maratón. Además, en St. Louis se inició la tradición de entregar medallas de oro, plata y bronce a los tres mejores clasificados en cada evento. El gimnasta local George Eyser, pese a que tener una pierna hecha de madera sólida, no tuvo problemas para ganar seis preseas, entre ellas dos de oro.
Para la historia quedará también el primer gran fraude, cuando el fondista local Fred Lordz fue despojado de su triunfo, por haber utilizado un automóvil durante una parte del tramo. Finalmente su compatriota Thomas Hicks ganó la competencia.
Debido a que más de 500 de los 645 participantes eran estadounidenses, era fácil adivinar el predominio de los locales en el medallero final, donde ganaron casi un 80% de todas las competencias en disputa.
Entre los nuevos deportes que se introdujeron en St. Louis están la lucha (estilo libre), boxeo, decatlón y el baloncesto, aunque este último sólo a modo de exhibición.