Los XXVIII Juegos Olímpicos se celebraron en Atenas (Grecia) y resaltaron por ser los más grandes y costosos de la historia. Durante 17 días, se volvió al Olimpo, tal como en 1896, en los primeros juegos de la era moderna. Sus mascotas oficiales fueron Atenea y Febo, llamados así en honor de la diosa Atenea y de su hermano Apolo, antiguos protectores de la ciudad helénica. El símbolo del evento fue la corona de laurel, dado su significado en la antigua Grecia y en sus primeros Juegos Olímpicos; por ello se impuso una corona semejante a los tres medallistas de cada prueba.
Tras intentar tener la sede en el Centenario de los JJ.OO., Atenas luchó por ser elegida desde septiembre de 1997. En Lausana, Suiza, un año después de Atlanta 96, la capital griega superó a Roma, Italia, por 66 votos contra 41.
La ceremonia de apertura se llevó a cabo en el Estadio Olímpico de Atenas, ante más de cien mil espectadores. Luego de una introducción sobre el carácter marítimo de Grecia, la cancha principal se llenó con agua simunlando una gran piscina. Desde este gran lago surgieron en llamas los cinco anillos olímpicos dando inicio a una enorme puesta en escena de cientos de actores en carros alegóricos relatando la historia de Grecia, contando desde la mitología antigua hasta los tiempos actuales. La parada de naciones reunió a los atletas, bajo la música del holandés DJ Tiësto.
La delegación de Afganistán, ausente en los Juegos Olímpicos desde la llegada del movimiento talibán al poder, fue calurosamente recibida al igual que la delegación iraquí. Las delegaciones de las dos Coreas marcharon juntas de manera simbólica dado que sus delegaciones participan de manera separada. Kiribati marchó por primera vez, tras ser aceptada en el Comité Olímpico, mientras que los representantes de Timor Oriental marcharon por primera vez bajo su bandera. La cantante islandesa Björk cantó al final, antes del encendido de la flama olímpica por parte del medallista griego de windsurf de Atlanta 1996, Nikolaos Kaklamanakis.
El deporte latinoamericano destacó en las pruebas de mayor masividad. Los oros del fútbol y el baloncesto argentino, el doblete chileno en tenis y el triunfo del dominicano Félix Sánchez en los 400 metros vallas dieron en Atenas un aire nuevo al deporte de América Central y del Sur. Cuba y Brasil ratificaron su potencial (el segundo batió su récord de títulos).
Estos Juegos fueron también los de mayor relieve para el deporte chileno, gracias a la segunda medalla de oro que se logró el tenista Nicolás Massú menos de 24 horas después de haberle dado a su país el primer título de la historia en dobles junto con Fernando González.