El éxito histórico de los finlandeses en pruebas de largo aliento en el atletismo, justificaron la elección de Helsinki como sede para los juegos de 1952. Con una población de 360 mil personas, se convirtió en la ciudad más pequeña en acoger el prestigioso evento de los cinco anillos.
La reunión en Finlandia también marcó el regreso luego de 40 años de la Unión Soviética, dando inicio a lo que se ha conocido como "La Guerra Fría Olímpica". Para empezar, los soviéticos (y otros países de su bloque) prefirieron alojar fuera de la Villa Olímpica.
En lo deportivo, nadie puede dudar de la calidad de Helsinki. Más de 100 récords olímpicos fueron quebrados, destacando la labor heróica del checoslovaco Emil Zátopek en las pruebas de distancia. Nunca antes alguien había logrado lo que la "Locomotora Humana" hizo en esta ocasión. Las pruebas de 5.000 y 10.000 metros quedaron en sus manos. Para rematar, ganó la maratón, que corría por primera vez en su vida.
Si los triunfos de Zátopek fueron aplaudidos, lo que logró Josef Barthel fue insólito. El atleta de Luxemburgo ganó la prueba de 1.500 metros marcando un tiempo 3,3 segundos mejor de lo que jamás había hecho. Nadie esperaba su triunfo, ni siquiera los organizadores, que debieron buscar con desesperación el himno de Luxemburgo para poder llevar a cabo la premiación.
La presencia de los soviéticos sin duda elevó la competencia en muchas de las disciplinas. En la gimnasia, por ejemplo, arrasaron con nueve medallas, incluidas las preseas por equipos. Finalmente ocuparon el segundo lugar del medallero, un mérito en su primera presentación olímpica.
La delegación chilena cumple una de sus mejores presentaciones en los juegos, apoyándose en el excelente trabajo de los equitadores. Oscar Cristi, montando al ejemplar Bambi, logra medalla de plata en el concurso de saltos. En la misma especialidad, pero por equipos, Chile repite la medalla de plata, con Cristi, César Mendoza y Ricardo Echeverría.