Martes 1 de julio de 2014
El Blog de Harold: La deuda africana y la increíble euforia coreana
El recuerdo de dos continentes poco habituados a los éxitos mundialistas y que ya se quedaron sin representantes en Brasil 2014.
Harold Mayne-Nicholls
Ex presidente de la ANFP

Mayne-Nicholls, periodista, trabajó en diversos cargos de la Fifa entre 1994 y 2012, además de haber presidido la Asociación Nacional de Fútbol entre 2007 y 2011.

Definitivamente ya no es lo mismo. Con Chile fuera del torneo y ya preparando el viaje de retorno, ver los partidos por televisión no tiene el mismo gusto. Tampoco recoger información de lo que están haciendo o planean hacer las selecciones que quedan en competencia. Ayer partieron los dos representantes de África que quedaban: Nigeria y Argelia..

Recuerdo claramente cuando en Italia 90, tras una gran actuación de Camerún –único de África en pasar la fase de grupo y que llegó a cuartos de final–, muchos dijeron “en el siglo que viene, el dominio de los africanos será total”.


Cuatro años después, en Estados Unidos, Nigeria estuvo cerca de dar el gran golpe teniendo a muy mal traer a Italia en Octavos de Final. Fue el único africano que avanzó en la fase de grupo.


Parecía que el vaticinio se cumpliría. Han pasado 5 mundiales desde entonces y los africanos aportan al espectáculo, pero no les da para subirse al pódium. Aún ningún representante de ese continente ha llegado a semifinales y ayer quedaron fuera de competencia.


Para analizar lo que ha pasado con su desarrollo, no basta referirse a las estadísticas. Algo hay que no les permite crecer y mostrar todo su potencial e instalarse en las instancias finales.


A mi juicio es un tema de disciplina táctica en el campo de juego. La gran mayoría de sus jugadores ya actúa en las grandes ligas y cuando llegan a sus equipos nacionales es como si se toparan con el otro. Como si no hubiera lugar para los dos en el equipo.


Es extraño porque calidad tienen y de sobra; también potencia física y habilidad. Pero pierden en los minutos claves. Le pasó a Nigeria, tras el único fallo de su portero, cuando Francia esperaba el suplementario; y a Argelia empezando el primer tiempo del lapso extra. Una descoordinación, los alemanes logran anotar de la manera más complicada (tras un centro, cuando la pelota sobraba a Schürle le da un tacazo que toma un efecto extraño) y logran romper la igualdad. En los últimos minutos, el encuentro traería ribetes dramáticos, pues tras el segundo tanto alemán, descuenta inmediatamente Argelia y aunque no les alcanza al menos dan esa pequeña alegría a los suyos.


Como la que recibieron los habitantes de Cafundó, un pequeño poblado cerca de Fortaleza, en cuya zona esperábamos estar llegando hoy (ese era el plan con Chile jugando en cuartos de final … que cerca estuvimos).

La idea era conocer un poco este pueblo cuyo nombre tiene tres acepciones según el diccionario "local de difícil acceso …" o "bajada estrecha entre la costa o lomas altas…” y "parte o lugar de un predio o habitación sin mucha iluminación":


Están contentas las 23 familias que viven en ese poblado. Hace unos dos años, gracias al plan “Luz para Todos” les llegó la energía eléctrica (los 46 postes fueron llevados por helicópteros) y gracias a ese adelanto han podido ver el torneo por primera vez.


Como nos pasó a nosotros cuando organizamos el Mundial del 62 e hizo su llegada la televisión. Era una de las exigencias de la FIFA en ese entonces. Los partidos se transmitían en directo a Santiago y para el resto del mundo salían copias de las películas en avión y las imágenes se exhibían 1 ó 2 días después.


Dieciséis años más tarde fue otra Copa del Mundo, esta vez la de Argentina 78, la que nos trajo la televisión en colores.


Hoy las cifras que ha dejado esta Copa del Mundo por concepto de audiencia televisiva no pueden pasar desapercibidas para nadie. Se calcula que con creces se superarán los 3,2 billones de personas que siguieron las alternativas de Sudáfrica 2010.

Esto debido a ejemplos muy macizos: El partido inaugural entre Brasil y Croacia, tuvo una audiencia en el país anfitrión de 47,4 millones; Estados Unidos vs Portugal fue de 24,7 millones, cifra superior al promedio de las Series Mundiales del Beisbol 2013 y de las finales de la NBA; en Japón, el partido frente a Costa de Marfil atrajo a 34,1 millones; en Alemania el triunfo de los germanos ante USA lo vieron 27,3 millones, la mayor audiencia televisiva desde 2012; en Francia fueron 16,7 millones los que vieron el triunfo ante Suiza, el mayor rating de la TV desde 2007; En Gran Bretaña, marcaron lo más alto en dos años, cuando 17,9 millones vieron la caída ante Uruguay.


En España también tuvieron un récord en el partido ante Chile, con 13,2 millones lo más alto desde 2012; en Italia fueron 19,3 millones para el partido ante Uruguay… y podríamos seguir.


En algo afectan a estas cifras la creación de los Fan Fest por todo el mundo. Recuerdo claramente cómo nació esta forma de transformar lugares públicos y abiertos en centros de transmisión de partidos.


La Copa del Mundo de Japón y Corea introdujo este nuevo producto al sistema, que hoy está en todo el mundo, no sólo en el país anfitrión. Fue Seúl, la capital de Corea la que mostró el camino.

En ese mundial se hablaba mucho de cómo los coreanos se reunían a ver el partido en pantallas gigantes en las calles.

Por diferentes razones, no se me daba la oportunidad de ir, hasta que vino el partido frente a Italia por los cuartos de finales. Me dijeron como llegar (había que tomar el Metro) y partí.

Era en la City Hall Plaza. Habían unas dos docenas de pantallas gigantes en el sector. Normalmente usadas para hacer publicidad, a la hora de los partidos todas se sincronizaban. Y emitían los encuentros sin audio. Pero la gente alentaba y gritaba como si estuviera en el estadio.

Eran cientos de miles los coreanos que esa noche celebraron al ver a su equipo llegar a cuartos de final por primera vez en la historia en un partido con alto dramatismo (empató Corea en el minuto 88 y a los 117 ganó con gol de oro) y mucha polémica arbitral (en el partido siguiente ganarían a España por penales, en un encuentro cuyos fallos arbitrales fueron aún más discutidos). Pero a los coreanos no les importaba lo que dijeran.

Habían ganado y todos celebraban tras el pitazo final. Se abrazaban y saltaban dando gritos imposibles de descifrar. Era alegría contenida por años la que manifestaban esa noche.

Me quedé esperando a ver como se resolvía el problema de despejar las calles y reanudar el tráfico en su totalidad (siempre siguieron circulando autos por la avenida, dividiendo a la gente). Para mi sorpresa, cada coreano recogió el papel de diario o cartón donde se había sentado, lo juntó con todos los desperdicios que había acumulado, guardó todo en su mochila o bolso y sin dejar un solo rastro de su presencia en el lugar partió tranquilamente.

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