Personalmente convidé a ambos a que nos acompañaran a la cita planetaria. Pero el Mandatario vigente en ese momento no fue, y me dolió.
Fue sencillamente impresionante la cantidad de camiones con los que nos encontramos en los casi 400 kilómetros que recorrimos esta tarde.
La fila para salir desde Cuiabá era por sobre los 300 transportistas esperando que la policía los dejara circular. Tantos iban como venían.
En un momento del camino, hicimos un juego. Durante 10 minutos contaríamos la cantidad de camiones versus autos y buses. En ese lapso recorrimos 13 kilómetros y por la ruta contraria contamos 105 camiones contra 24 automóviles y cero buses.
Hasta que oscureció (más cerca de las 5 que de las 6 de la tarde) era un constante pasar de camiones. Se va el sol y empiezan a quedarse en las estaciones de servicios y lugares similares, pues la ruta (de dos vías) no contempla estacionamientos de ningún tipo.
También nos encontramos con muchos autos de chilenos en el camino. Al menos una cincuentena. Todos contentos y con ganas de llegar luego a Río, sabiendo que desde el Arena Pantanal de Cuiabá hasta el Maracaná hay unos 2000 kilómetros.
Como el andar fue lento, me permitió meditar respecto de lo ocurrido en el viernes en el debut de Chile en el Mundial.
Fue un triunfo sin duda muy importante. Partir ganando y con dos goles de diferencia ayuda y mucho en la tranquilidad y optimismo con vistas al futuro. Además la confianza crece y se alimentan los objetivos, pues las cuentas a favor lo permiten.
Mi experiencia dice que ahí la labor del cuerpo técnico es fundamental. Deben recuperar a todos los jugadores, porque el esfuerzo físico ante la mayor envergadura de los rivales sumado a la alta humedad provocó un cansancio mayor a lo normal; y tiene tiempo y crédito para analizar lo que permitió sumar y lo que pudo dejarnos con gusto a poco.
Además me he estado repitiendo una frase que hace muchos años le leí al único técnico chileno que ha dirigido en dos Copas del Mundo, Luis “Zorro” Alamos. Fue el que estuvo a cargo de la selección en Inglaterra 66 y Alemania 74 y dejó estas palabras para pensar: “Nosotros somos un país acostumbrado a restar y dividir. A mi me gusta sumar y multiplicar”.
No tuve el honor de conocer al “Zorro” Alamos. Creo que habría aprendido mucho de su saber, pero como no fue posible directamente recojo de sus palabras mensajes que, estoy seguro, nos ayudan a crecer como persona y comunidad.
En eso estaba cuando recordé nuevamente el partido del viernes donde, al estar muy lejos del palco VIP, me fue imposible distinguir a quienes estaban invitados.
Entonces no noté la presencia de la Presidenta Bachelet.
Como la invitación que le hice cuando era Presidente de la ANFP ha sido uno de los temas más comentados respecto de mi actuar en el cargo, me parece oportuno reiterar mi visión respecto de ello.
La invitación surgió siendo ella Presidenta. Se le hizo en reconocimiento y agradecimiento por todo lo que contribuyó al desarrollo de la infraestructura deportiva del país (especialmente la construcción de estadios) y de diferentes eventos (entre otras cosas apoyó desde el principio el Mundial Sub20 Femenino y fue fundamental en la venida del Dakar a Chile).
Semanas después de formular aquella invitación es elegido el Presidente Piñera, a quien 3 días después de ser electo, le invito a que nos acompañe al partido Chile-Panamá que jugamos el 20 de enero en Coquimbo.
Ahí le manifesté, por primera vez, que sería para nosotros un motivo de orgullo que nos acompañara a la Copa del Mundo. Me dijo que iría.
Me quedé tranquilo ya que es sabido el reconocido interés del Presidente Piñera por los eventos deportivos.
Después todo varió.
Recuerdo que en el mes de marzo, la Presidenta Bachelet llamó para preguntar si la invitación que le hicimos llegar en su momento seguía en pie. “Obvio” le dije “¿Porqué habría de cambiar”.
“Usted sabe”, me respondió.
Mantuve la invitación. No veía razón alguna para no hacerlo.
E insistí con La Moneda para que el Presidente garantizara su presencia. Reconozco que no fue una insistencia majadera. Fue formal y caballerosa, como creo que corresponde ante la autoridad.
Hasta que empezaron los rumores que no iría. Además de FIFA pedían que confirmara la presencia del Presidente.
Empecé personalmente a llamar a los asesores del Presidente; al subsecretario de Deportes y terminé hablando con el Ministro Rodrigo Hinzpeter, quien me señaló que el creía que estaría en Sudáfrica, pues no veía que lo podía impedir.
Tras ello viene el partido de Chile frente a Venezuela en Temuco, el 31 de marzo. Días antes, FIFA nos había solicitado que le rindiéramos un homenaje a Sergio Livingstone. Me pareció oportuno hacerlo en un partido de la Selección. La cara de emoción de don Sergio ante la ovación que recibió, justificó mi reiterada petición que fuera personalmente a recibir el trofeo.
Dado que quería que fuese aún más trascendente el homenaje, invité al Presidente Piñera a que le entregara el reconocimiento que habían enviado desde Zurich.
Acepta y vemos el partido juntos. Le vuelvo a ratificar el interés de todos porque esté presente en Sudáfrica. Le digo, por primera vez, que está invitada la Presidenta Bachelet y que una foto de los dos juntos en un partido de fútbol de la Selección en la Copa del Mundo, sería de gran impacto en el país y que ello reflejaría como podemos construir entre todos una mejor comunidad, que sufría aún las dolorosas consecuencias del terremoto y el tsunami.
Me mira y no hay respuesta.
Al menos en tres ocasiones más le manifesté lo mismo. Éstas las recuerdo con claridad: cuando fue a Pinto Durán a despedir a los jugadores; al día siguiente, de esa despedida cuando fui personalmente a La Moneda a invitarlo de manera oficial a Sudáfrica; y la tercera en un evento en que brevemente tuvimos la oportunidad de compartir.
Nunca le negué la invitación a la Presidenta Bachelet. Él lo sabía de mi boca. La última vez que se lo dije, en su oficina, me respondió: “Para la fase inicial prefiero estar en Chile con la gente que sufrió el terremoto. Si pasamos a la segunda vuelta, los acompaño”.
No era el ideal, pero sí una respuesta que cumplía el objetivo de ver a los dos líderes principales del país juntos en un evento donde todos somos uno.
Por eso me dolió que no fuera a Sudáfrica. Ahora creo que habría intentado ser más audaz en ese compromiso e incluso a veces pienso que debí buscar la manera que él hiciera público que estaría junto a los jugadores en la Copa del Mundo. Esta era la única manera que tenía para sepultar intenciones torcidas hacia mi persona.
Pero en fin, ya está. Mi independencia no ha variado y basado en ella acepto las consecuencias de mi actuar.
Lo que si me habría gustado es que para el partido del viernes, el Presidente Piñera hubiese estado presente. Desconozco si fue o no convidado. Creo que se merecía una invitación en agradecimiento a lo que hizo por el fútbol y el deporte chileno. Mal que mal, durante su gobierno se levantaron varios estadios; apoyó decididamente la realización de la Copa América 2015 y el Mundial sub17; se creó el tan anhelado y esperado Ministerio de Deportes y –lo que no fue menor- las obras y la organización de los Juegos Odesur. Es decir razones habían para cursar una invitación.
Y habría sido posible realizar esa fotografía que tanto espero. Porqué si hay algo que sólo suma es la selección y por ello puede lograr con facilidad esa imagen de unión que tanto necesitamos.
El viernes fue una nueva demostración con millones por el mundo unidos por la Roja y miles en el estadio, con la angustia de ver que lo que iba para carnaval, se complica, cambia la música y aunque todo termina en un grito de desahogo tras el tercer tanto criollo, nos deja íntimamente la sensación que estamos “condenados a sufrir” que sin duda también ayuda a “sumar y multiplicar…” como el país por el que tanto luchó el “Zorro” Alamos.
