Resulta que el sábado decidimos ver los primeros 30 minutos del partido de Colombia y empezar a recorrer la ruta hacia Río de Janeiro. Esperábamos, como consuelo, escuchar el partido por la radio y así enterarnos de cómo seguía el Mundial.
Recién vinimos a sintonizar una radioemisora, cuando Costa Rica logró el tercer tanto frente a Uruguay. La pregunta cayó de cajón: “¿vale la pena venir al Mundial para no ver los partidos y enterarnos sólo del resultado”?.
La obvia respuesta nos llevó a detenernos en una estación de bencina junto a un grupo de chilenos encabezado por Marcelo Rojas, de la localidad de María Elena, para seguir las alternativas de Italia frente a Inglaterra y después parar a descansar en un hotel para ver Costa de Marfil ante Japón.
Ahí decidimos que para ver los encuentros y seguir hacia Río de Janeiro sería imprescindible salir más temprano y, por otra parte, alargar los kilómetros a recorrer cada día. El objetivo no había variado, pero sí la forma de llegar al mismo.
Todo esto mientras pasábamos por miles de hectáreas de plantaciones de granos y cereales. Debe ser el granero natural más grande del mundo. Zonas agrícolas a las que cada tanto se le sumaban miles de cebús.
Por el camino ya no se nos cruzaron los armadillos como cuando nos acercábamos a Cuiabá desde el norte; sino que vimos un par de tucanes, algunas avestruces silvestres y flamengos.
También ayer domingo disminuyó el tráfico de camiones. Al acercarnos a Jataí (donde vimos una gran cantidad de fábricas agropecuarias), pasamos a manejar por doble vía. Esto se hizo más fluido, a pesar de varias largas detenciones debido a mejoras en la carretera.
En una de ellas me acerqué a un par de chilenos que venían en una casa rodante. Estábamos conversando cuando dieron la pasada y debí correr al auto. Obvio que me fueron pasando otros. Uno de ellos, bajó la ventana y me dijo “lo sigo en el blog. Ponga que por estar pajareando, perdió su lugar en la fila”.
Eran de Quilicura y un par de kilómetros más allá casi pasan a llevar a uno de los tambores que divide la ruta, entre la que se está reparando y la que se circula.
No tardamos mucho en llegar a ver a Ecuador frente a Suiza. Eduardo creyó que el primer gol de Ecuador había sido logrado en forma ilícita por la facilidad con que lo logró (con un arquero atajando desde adentro del arco) y después nos costaba recordar un gol como el del empate suizo –también de cabeza y en el área chica- en un evento mundial.
Cuando ya nos aprestábamos para dejar el restaurant, vino el gol del triunfo helvético que debe haber helado la sangre a todo Ecuador. Nunca es bien recibido un gol en contra, pero el dolor aumenta cuando ya no queda tiempo para ni siquiera recomponer las fuerzas.
Seguimos rumbo a Río y poco más de una hora después nos detuvimos a ver Francia frente a Honduras.
Quería ver al equipo de un campeón mundial, Didier Deschamps frente a una selección que dirige un técnico amigo como el colombiano Luis Suárez y que para mí debía mostrar mejoras futbolísticas tras Sudáfrica 2010.
Me impresionó lo de Deschamps. Con la tranquilidad de siempre y muy alerta a lo que sucedía, cuando vio que el partido ya lo tenían controlado en el marcador, pero que se podía complicar por el exceso de roce de los rivales, simplemente reemplazó a sus jugadores que tenían tarjetas amarillas para no exponerlos a una absurda expulsión. Para mí esa es una muestra de determinación y carácter; fórmula que siempre ayuda al éxito.
En ese partido –lo que debe ser un comentario mundial- se inició el uso de la tecnología en el fútbol. Las imágenes y el chip del balón mostró que traspasó la línea, pero… llamó la atención que nunca mostraron –al menos aquí en Brasil- las imágenes de la cámara que está justo detrás del arco que podía aclarar la polémica acción.
Reclamó Suárez el gol, algo le dijo Deschamps para calmarlo y el partido siguió con una Francia que, a mi juicio, es uno de los equipos que mejor se ha presentado en esta Copa.
Para culminar la jornada, Argentina enfrentó a Bosnia. Un eterno candidato frente a un debutante. La temprana apertura de la cuenta –otro zaguero infortunado como lo fue Marcelo de Brasil en el primer gol del torneo- pudo cambiar la fisonomía del partido y quizás no nos permitió ver a los bosnios crecer a nivel mundial.
Pero desde la pantalla se vio siempre a una Argentina superior y a un Messi que cuando tiene el balón muestra lo que ningún otro jugador puede: desequilibra, driblando y asistiendo a otros.
Por eso cuando, tras el partido volvimos a la ruta y escuchamos los comentarios de los brasileños, nos sorprendían con frases como éstas: “Messi jugó a un 40%” …; “la defensa de Argentina es su lado muy flaco (fraco dicen aquí)” …; “Demaría no estuvo ni cerca del que jugó la final de la Champions”; y otros conceptos similares dando espacio incluso a una breve polémica cuando uno de los comentaristas dijo: “¿Qué esperaban los argentinos, que aquí en el “Maraca” (así le dicen al Maracaná) los brasileños no apoyemos a Bosnia?. Eso es imposible. Aquí no estamos en Alemania, donde si por ejemplo juegan Bélgica y Costa Rica los alemanes son neutrales. Nosotros no”, remató.
Y tras esa confesión, le da el pase a una comentarista que está en el Fan Fest de Sao Paulo que agrega: “Mucha gente y ambiente tranquilo aquí en Sao Paulo. Se juntaron brasileros, mexicanos, ecuatorianos y de otros países y todos alentaron a Bosnia. Viera usted cómo gritaron el gol. Eso sí, todo con mucha calma”, concluyó.
Es que aquí las pasiones futbolísticas se desbordan y nada mejor que recordar el comentario –en otra emisora- tras la derrota de los uruguayos.
“La bandera de Uruguay tiene un sol, que hoy al caer frente a Costa Rica debe haber derramado una lágrima”, dijo, para seguir rememorando la caída en el último partido del Mundial del 50 (es el único mundial en la historia sin final) y cómo los charrúas hicieron sufrir a todo el pueblo brasilero. Lo comentó Alcídes Ghiggia hace poco tiempo en su visita a nuestro país.
Esa noche además se mofaron, abiertamente, de la publicidad de una marca de ropa deportiva que, cuando Uruguay sacó pasajes al Mundial, mostró un spot: “El fantasma del Maracaná ya está en Brasil”. Largos minutos usaron para reírse de este comercial.
Habrá que ver como reaccionan hoy en el partido entre Alemania y Portugal (uno que para ellos es candidato como los germanos; y el otro de los que acostumbran mofarse) que nosotros esperamos ver a unos 600 kilómetros de nuestro segundo destino: la cidade maravilhosa de Río de Janeiro.