Las leyendas, de la mano de los mitos populares, en muchos casos representan la fórmula que alimenta la pasión por lo que una comunidad respira. Es lo que siempre buscamos creer, para así afirmar nuestro crecimiento.
En mi caso, tengo claros recuerdos de una historia que nunca supe si es o no parte de la mitología. Nace tras una de las seis veces enfrentamos a Brasil mientras yo era el Presidente de la ANFP.
Tras esos seis partidos en ninguna oportunidad pudimos sumar.
Tengo certeza, como se fueron gestando las oportunidades que jugamos frente a los Penta Campeones del Mundo.
El primer encuentro lo disputamos en Gotemburgo en marzo de 2007. Veníamos recién asumiendo y no era fácil armar el calendario de preparación para la Copa América de Venezuela. Surgió la posibilidad de actuar frente a Brasil en Suecia. Como era fecha FIFA, ellos tenían organizado un partido con anticipación. El rival les falló. De inmediato me puse en contacto con la empresa rusa que les organizaba los partidos y lo cerramos en un dinero muy conveniente para las, en ese entonces, escuálidas arcas de la Asociación. Viajamos para caer derrotados por 4 a 0.
Quiso el sorteo de la Copa América de Venezuela que quedáramos en el mismo grupo que los brasileros. Tres a cero nos ganaron en la fase inicial del torneo.
Clasificados ambos a segunda fase en dicha Copa, nos volvimos a enfrentar en cuartos de final. Fue el último partido de Nelson Acosta como seleccionador. Jugamos dos días después de lo que se conoce como el Puerto Ordazo.
La delegación llegó la noche antes del partido, y al recibir a nuestros jugadores en Puerto La Cruz, sede del encuentro, parecía que el resultado ya estaba definido. No había ánimo ni se apreciaba gran interés en jugar. Más bien parecía que todos querían regresar a casa y así nos fue: 6 a 1 nos ganaron.
De ahí vinieron los partidos de las eliminatorias a Sudáfrica con cambio en la cabina técnica y Marcelo Bielsa al mando. El primer encuentro fue en septiembre del 2008. Veníamos de ganar en calidad de visita frente a Bolivia y Venezuela. Se decía que Brasil, comandado desde la banca por Dunga, no venía bien. Las estadísticas desmentían esa información: tenían 9 puntos en 6 partidos (2 victorias, 3 empates; 8 goles a favor 4 en contra), mientras nosotros teníamos 10.
Un punto de diferencia generó un excesivo entusiasmo de todos los sectores. Se habló mucho de que había amplias posibilidades de volver a derrotarlos en una eliminatoria (la última vez fue para el mundial 2002, en el Nacional, en septiembre del 2000 por 3 a 0) y se derrochaba optimismo. Incluso hubo comerciales que en nada ayudaban a ser objetivos.
Desde la ANFP tratábamos de llamar a no menospreciar a un rival de tanta jerarquía. Sirvió de poco. Nos ganaron 3 a 0 (con Claudio Bravo atajando un penal a Ronaldinho) y en el vestuario, Robinho nos dejó un mensaje en el pizarrón “hay que respetar a la mejor selección del mundo” escribió.
Un año después y ya mirando de frente una eventual clasificación a Sudáfrica vino la oportunidad de lograrla en Brasil. Se jugaba en Salvador de Bahía. A los 40 minutos, caíamos 2 a 0. De los 60 a los 70 el estadio coreaba a gritos “ole, ole, ole” destacando así el buen juego de los nuestros que entre los 45 y los 52 habían logrado empatar a dos. Pero a los 73 un cruce de izquierda a derecha y 3 a 2 para ellos, que dos minutos después se transformó en el definitivo 4 a 2.
El último partido fue en Pretoria, la capital de Sudáfrica. Segunda fase de la Copa del Mundo. Ellos cargaban con el favoritismo y lo ratificaron ganando por 3 a 0.
Ahí está mi historial como Presidente de la ANFP frente a los penta campeones. Seis partidos, seis derrotas, 3 goles a favor y 23 en contra. Dolorosa estadística.
En los últimos 4 años, dos partidos: 2-2 en la reinauguración del estadio dónde jugaremos el sábado con equipos basados en los que juegan en casa –no era fecha FIFA, por lo que no se podía contar con los que juegan en clubes extranjeros- y 1-2 en Toronto, el pasado noviembre.
Completo la estadística con los datos históricos. En total hemos jugado 68 veces, con 5 victorias y 7 empates para nosotros. En Brasil van 21 partidos y sólo hemos conseguido 5 empates. Nos han marcado 159 goles, contra 58 (0,85 goles por partido hemos anotado). El resultado que más veces se ha dado en Brasil es 2 a 1 para ellos, que se ha repetido en 7 ocasiones. En un 54% de los partidos no le hemos marcado goles y ellos han anotado en un 90% de los juegos.
Entonces, conociendo esa información más lo vivido en carne propia, cuando aquí en Belo Horizonte, la gente nos señala que Chile el sábado, no debiera generarles mayores problemas para seguir avanzando en busca del Hexa (sexta Copa del Mundo) mi único argumento es tener fe en que, basados en un trabajo serio y planificado, esta vez se pueda revertir la historia.
Me baso en ello teniendo certeza que los nuestros saben que se juegan una gran chance de grabar sus nombres a fuego en la historia del deporte chileno.
Y traigo a mi mente recuerdos de conversaciones que ayudan a alimentar los mitos. Por ejemplo, en las primeras aproximaciones para contar con Marcelo Bielsa como seleccionador chileno, me dijo –no recuerdo las razones de cómo surgió el tema- “el único gol que celebro es el cuarto, siempre y cuando vayamos ganando cuatro a cero”. Ante mi pregunta del porqué me lo dijo “Lo hago porque es imposible que nos den vuelta ese resultado”.
Pasó el tiempo y en las eliminatorias a Sudáfrica, se nos dio un marcador así. Era el 10 de septiembre del 2008, tres días después de la derrota 0-3 ante Brasil, en una muy fría noche en Santiago. Nuestro rival: Colombia. Tras el gol de Matías Fernández, con el que quedamos 4 a 0, todo el país vio celebrar a Bielsa.
Tal vez la única manifestación efusiva de evidente alegría en todos los partidos que dirigió durante el período que estuvo en Chile. Vi la imagen y de inmediato recordé la conversación recién narrada y no le di mayor importancia.
Hasta que con el correr de los días, empecé a escuchar –reiteradamente- otra versión para la celebración: Bielsa habría reunido a los jugadores, antes del partido frente a Colombia, y les habría dicho “si juegan igual que contra Brasil, hoy ganamos 4 a 0”.
Nunca quise comprobar si esto era parte del mito o era realidad. Para qué averiguar y dejar que la verdad destruyera una historia llena de sentido: “Igual que contra Brasil, y ganamos 4 a 0” les habría dicho y me quedó grabado. Un mito popular como tantos otros. ¿Qué valor tendría desmitificarlo?
Entonces ahora en la populosa y montañosa Belo Horizonte (hay subidas que ni en Valparaíso he visto) me imagino que podría llegar a suceder si Jorge Sampaoli logra motivar a los jugadores de forma similar a la de Bielsa frente a Colombia y les entrega un mensaje tan simple y sencillo como este: “si jugamos igual … hoy ganamos y vamos por la Copa”.
Total como alguna vez dijo Walt Disney “no duermas para descansar. Duerme para soñar. Porque los sueños están para cumplirse”.
Y si el sábado se cumple este sueño, tan anhelado por todos, no dudo que la leyenda alimentará el espíritu de nuestro país por décadas.